Crítica de Cine

La asombrosa historia del sembrador o el hombre semen

El actor Alban Lenoir, en el filme.

El actor Alban Lenoir, en el filme.

Violette Ailhaud (1835-1925), la mujer en cuyo relato breve publicado en 1919, cuando tenía 84 años, se basa esta película, no es una escritora en el sentido habitual de la palabra. No publicó nada en vida y ordenó que tras su muerte el sobre en el que guardó el manuscrito de su relato autobiográfico L'homme semence (El hombre semilla o El hombre semen: semence significa las dos cosas en francés) no fuera abierto hasta 1952 y entonces se entregara a la mayor de sus descendientes femeninas. Esta lo remitió a una pequeña editorial que lo publicó en 2006. Los hechos narrados se refieren a la represión cruelísima del golpe de estado perpetrado por Luis Napoleón en diciembre de 1851. La pequeña aldea en la que vivía la autora perdió a todos sus hombres. Las mujeres tuvieron que organizarse para sobrevivir labrando los campos y ocupándose del ganado. Pero había algo que no podían hacer solas y pasado el tiempo sin que ninguno de sus hombres regresara decidieron que compartirían al primero que llegara al pueblo para que, además de satisfacer sus necesidades emocionales y sexuales, las fecundara asegurando la supervivencia de la comunidad y satisfaciendo su instinto maternal. Este es el hombre semilla u hombre semen.

Violette escribió este relato en 1919 horrorizada porque la Gran Guerra había vuelto a devastar los pueblos dejándolos sin hombres. En el prefacio de su relato escribió: "19 de junio de 1919. He decidido contar lo que pasó después del invierno de 1852 porque, por segunda vez, en menos de 70 años, nuestro pueblo ha perdido a todos sus hombres. El último murió el día del Armisticio, el pasado 11 de noviembre. Para nosotras, las mujeres, no hay victoria sino vacío y uno mis lágrimas a las de todas las mujeres, alemanas o francesas, que vagan por sus casas sin hombres… Tenía 16 años en 1851… Nuestros vientres, nuestras tierras no dieron más frutos. De tanto segar a los hombres faltaba la semilla". Para que todo sea más romanesco recientemente se ha puesto en duda la existencia de Violette Ailhaud y atribuido el relato a la escritora Maria Borrély (1890-1963), militante pacifista tras la Gran Guerra.

Marine Francen ha escogido este texto para su debut como directora de largometrajes tras trabajar como asistente de Assayas o Haneke y probarse en el cortometraje. Lo ha filmado con una interesante contraposición entre una serenidad y contención fronteras con la frialdad en el tono narrativo y la dirección de actores, y una extraordinaria belleza pictorialista en el tratamiento de la imagen, claramente inspirada en Millet y Corot en los exteriores y en Vermeer en los retratos de mujeres e interiores. Este contraste le da seriedad y hondura, de una parte, en el relato del conflicto emocional y de supervivencia que se abre hoy, casi justo un siglo después de su publicación, a nuevas lecturas feministas. Pero también le resta fuerza. A veces el guión parece no dar de sí para un tan hermoso despliegue de belleza fotográfica (espléndido trabajo de Alain Duplantier que revela a un talento hasta ahora al servicio de obras menores) que puede parecer esteticista al faltarle sustancia narrativa o dramática. Pero este es un reproche menor a una obra inteligente, sobria y hermosa que promete el nacimiento de una directora más que interesante. El título español es un error. A L'homme semance de la obra original la directora prefirió Le semeur (El sembrador) tal vez en alusión al cuadro del mismo título de Millet, jugando elegantemente con los dos sentidos de esta siembra.

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