Crítica

'Solomon Kane': El señor de los zarcillos

Solomon Kane. Fantástico, Francia-Reino Unido-República Checa, 2009, 104 min. Dirección: Michael J. Bassett. Guión: Michael J. Bassett, basado en la novela de Robert E. Howard. Intérpretes: James Purefoy, Pete Postlethwaite, Max von Sydow, Jason Flemyng, Rachel Hurd-Wood, Mackenzie Crook. Fotografía: Dan Laustsen. Música: Klaus Badelt.

Creado en 1928 por Robert E. Howard (1906-1936), todo un referente de culto de la literatura fantástica por entregas (Weird tales) de principios del siglo XX, padre también del mítico personaje de ficción Conan el Bárbaro, que ya fuera llevado al cine por John Milius en 1982, Solomon Kane, héroe atormentado y rocoso, deambula y cabalga por los caminos brumosos y enfangados, los castillos y las mazmorras de la sombría Inglaterra del siglo XVII, atrapado en la eterna encrucijada entre el Bien y el Mal, perseguido por la culpa y la sombra paterna, enfrentado a brujos, forajidosy guerreros hechizados.

Fiel a un desarrollo argumental muy básico y lineal, punteado por inevitables flashbacks explicativos sobre sus orígenes, el trayecto de nuestro héroe de larga melena y pendientes de pirata (un inexpresivo James Purefoy) supera dificultades y etapas (habrá quien piense en pantallas de videojuego) para enfrentarse con su fuerza (sobre)humana a las hordas del mal endemoniado en tiempos de caos, violencia y destrucción.

La película que dirige funcionarialmente Michael J. Basset (Deathwatch), co-producción europea entre Inglaterra, Francia y la República Checa, sabe sacar petróleo de sus evidentes limitaciones presupuestarias para asumir sin demasiados complejos su condición de artefacto que mira a la serie B desde la nostalgia, sin renunciar a algún que otro alarde de espectacularidad propio de la era digital, deudor siempre de la estética de El señor de los anillos.

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