Ingrid. Drama, España, 2010, 92 min. Dirección y guión: Eduard Cortés. Fotografía: Bet Rourich. Música: Micka Luna. Intérpretes: Elena Serrano, Eduard Farelo, Victoria Pagés, Iris Salmerón.

Con la voluntad de ser moderno a toda costa, Eduard Cortés (La vida de nadie) se sitúa en un terreno intermedio entre la estética de la escena pop independiente y los ambientes pesadillescos del cine de David Lynch para retratar, con una extraña fascinación por un personaje que no se la merece, a una joven y atormentada artista multimedia amante de la vida en el límite, los rituales sadomasoquistas y la libertad sexual en tiempos de la web 2.0.

Cortés entiende que, para ser fiel al espíritu indomable e imprevisible de su criatura, interpretada por una amanerada Elena Serrano, la mejor opción es el caos y el desconcierto. Así, todo parece estar observado aquí por los ojos de un profesor universitario (Eduard Farelo) que, al entrar en contacto con la chica, ve como su mundo burgués se desmorona para descubrir otro bien distinto, el de los jóvenes guapos e hipercreativos que pululan por el nuevo underground barcelonés y que se dedican, entre otras cosas, a vivir en una performance eterna, a cantar en grupo o a dar rienda suelta a su promiscuidad sexual entre temas de Manos de Topo, Russian Red, Love of Lesbian, La Casa Azul y otros grupos de la escena indie nacional.

Entre semejante paisaje de comuna posmoderna, las incursiones sobrenaturales y esotéricas de la cinta y los torpes intentos de dar explicaciones narrativas al angst del personaje, no sólo no desentonan con el conjunto, sino que se ajustan perfectamente a su delirante, aburrida y pretenciosa (¡esos diálogos!, ¡esas citas poéticas!) empanada mental para tomarle el pulso a no sé sabe bien qué realidad urbana contemporánea.