Crítica 'Poltergeist'

Correcto homenaje a un clásico

Poltergeist. Terror, EEUU, 2015, 91 min. Dirección: Gil Kenan. Guión: Juliet Snowden, Stiles White y David Lindsay-Abaire. Fotografía: Javier Aguirresarobe. Intérpretes: Rosemarie DeWitt, Sam Rockwell, Jared Harris, Kyle Catlett, Jane Adams.

En 1982 Poltergeist fue una apoteosis del regreso del cine divertido e intrascendente (que podía volver a verse sin mala conciencia o complejo de alienación) que desde Tiburón en 1975 y La Guerra de las Galaxias en 1977 representaban Spielberg y Lucas como proas comerciales del nuevo Hollywood renacido en los 70 por obra de ellos, Coppola, Allen o Scorsese. Junto a los grandes maestros, una muy buena generación de artesanos menores nació en esos años. Entre ellos estaba Tobe Hooper, director de aquella Poltergeist que escribió y produjo Spielberg. Hooper se había convertido en una celebridad en 1974 al dar la última vuelta de tuerca al gore moderno -culminando el arco abierto una década antes por La noche de los muertos vivientes de Romero- con La matanza de Texas. Después rodó las estimables Trampa mortal y El misterio de Salem's Lot, basadas en bestsellers de Ira Levin y Stephen King. Poltergeist supuso su mayor éxito comercial y su obra más lograda. La mano de la niña tocando la pantalla del televisor ha pasado a la historia del cine.

Casi 35 años más tarde vuelve a las pantallas esta película, en un marco por completo distinto. Como comentaba al escribir de la nueva Mad Max, ahora estamos hartos de lo que entonces ansiábamos. Pero a las buenas propuestas no hay que hacerles asco y esta revisión de Poltergeist, además de beneficiarse de los adelantos en efectos especiales, es respetuosa con la brillante idea original. No aporta gran cosa, pero tampoco daña. Es una aseada y técnicamente actualizada puesta a punto que no crea a partir de una obra maestra del cine fantástico, pero por lo menos no la degrada al circo digital-sanguinolento hoy imperante. Algo es algo. Hay buenas soluciones visuales (de cine-cine, no de efectos) que demuestran el talento del realizador Gil Kenan (Monster House, City of Ember). En un muy buen reparto -excepcionales los niños- destaca la siempre notable presencia de Sam Rockwell. Sin la genialidad innovadora del original, esta película es un respetuoso homenaje y una correcta puesta en cartelera. Porque no se trata de una puesta al día, siempre innecesaria en el caso de las grandes obras, ni de una creación a partir del original.

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