YA no confío en mi amiga Teófila. Durante algunos años he esperado que la alcaldesa acabase con este dichoso Carnaval. Prometía mucho, pero no ha rematado a gol, como un vulgar delantero del Cádiz .

En Teófila pusimos muchos gaditanos la esperanza de que terminara con la ordinariez y el horterismo del Carnaval. Se trataba de un señora culta, fina y educada. Procedía del norte de España y todo hacía suponer que de un plumazo suprimiría el Carnaval. Pero la buena mujer, más que acabar con la fiesta, se ha convertido en una acérrima defensora. Me han dicho, no lo puedo asegurar, que en la intimidad la alcaldesa canta por Antonio Martín y que escucha con deleite y arrobo la Antología de Pedro Romero.

Este año, con la llegada de la crisis, ha tenido la oportunidad de meter la tijera y acabar con las pamplinas del Falla. Pero nada. Por lo visto sigue creyendo que el Carnaval le proporciona muchos votos.

No nos queda más remedio que esperar a que venga Rajoy y ponga en su sitio a Teófila. El presidente del Gobierno, aunque tenga cara de cuartetero, no tiene miedo a nada y no le tiembla el pulso para acabar con la subvenciones.

En tiempos de crisis no puede haber dinero para fiestas. Y si sobra un poquito debe destinarse a cosa decentes. Por ejemplo, la Semana Santa.