Opinión

No somos nada sin el pasado

LA encuesta que hoy publica este 'Diario del Carnaval' sobre los 50 años de la comparsa gaditana arroja datos reveladores que indican que muchos de los autores a los que se ha preguntado tienen como referencia para la modalidad los últimos diez años. En esta década, lógicamente, han salido muy buenas comparsas, pero da la impresión de que hay carnavaleros (y muchos aficionados) que después de descubrir el Carnaval contemporáneo no se preocupan por conocer qué hubo antes, por qué existen ahora las comparsas y quiénes sembraron la semilla que medio siglo después recogen los aficionados como apetecible fruto de la fiesta. Es como si un aficionado a la música no hubiera escuchado nunca a 'The beatles' o Mozart. Y no vale la excusa "yo entonces no había nacido". Los cuatro fabulosos de Liverpool dejaron de ser un grupo justo cuando yo nací y casi cuarenta años después me emocionan como si yo hubiera sido un yeyé de aquella época. De la misma manera, ser un lector compulsivo de todo lo que se ha publicado de 'El código Da Vinci' hasta la fecha no convierte a nadie en verdadero aficionado a la literatura. Cuando Paco Alba nos dejó su última comparsa (Los belloteros, 1975), yo contaba con apenas cuatro años. Luego me he preocupado tanto por conocer su obra que puedo cantar sin equivocarme un pasodoble de cada una de sus comparsas. No somos nada sin nuestro pasado.

El desconocimiento del Carnaval de anteriores décadas es un mal endémico de las nuevas generaciones. Personas convencidas de que la fiesta nació con Antonio Martínez Ares o Juan Carlos Aragón, a los que, dicho sea de paso, tengo en gran estima y los considero pilares importantes de este bendito tinglado. Mas las votaciones de la citada encuesta reflejan una escasa visión panorámica de la modalidad. Porque antes de Ares y Aragón, existieron Paco Alba, casi nada, y Antonio Martín, Pedro Romero, Quiñones, Villegas o Ripoll. Y antes de voces actuales de corto currículum, por el Falla pasaron inigualables contraltos y octavillas, y enormes grupos de comparsas (el de El Brujo, el de Martín con Pepe el Caja o el de la peña Nuestra Andalucía) cuyos historiales serán imposible de superar en otros cincuenta años.

Evidentemente, no se pueden poner peros a los gustos de autores que han vivido más de cerca lo contemporáneo que lo de hace cuarenta o cincuenta años. Es hasta cierto punto lógico que sus referencias sean las comparsas de los 90 y lo que llevamos de siglo, pero conviene ponerse al día de todo aquello que revolucionó el Carnaval cuando nació una nueva modalidad. Lo mismo es que existe en la comparsa otra época más gloriosa que los 80 y yo no me he enterado. Al menos, el popurrí de 'Los Majaras' de este año puede servir como guía de aprendizaje.

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