desde mi batea

Le llaman Pedro

HOY sobre las tablas del Falla canta una de las comparsas más queridas y esperadas por todos los aficionados, la comparsa de El Puerto, la comparsa de los Majaras, y hoy para muchos aficionados será un día donde la nostalgia haga acto de presencia, porque se nos hará raro no ver al frente de la misma a su ya mítico director Antonio Rico Segura Pedro.

La fantasía carnavalesca de Pedro comenzó con diecinueve años allá por el año 1962 de bandolero, fue un marido modelo aunque también fue hombre rudo, es decir, gañán, siempre fue amigo de la capa y viajó de gondolero por Venecia e incluso se paseó por Madrid exportando el señorío gaditano con el gran Séneca, más tarde lo reconocimos por la India e incluso se atrevió a imitar a Chaplin, es tal la nobleza que ha tenido durante todos sus años al frente de su agrupación que nos trajo a todos alegrías de Cádizy chulerías de París, siempre tuvo en el escenario esa raza mora que hace que cada 4 de diciembre nos acordemos de los cantares de su comparsa y que al amparo de la noche nos vengan a la memoria los simios que recorrieron España, aunque no cantaran a los gibraltareños, siempre estuvo del Puerto a Cai, aunque a veces los disgusto de los premios lo dejaran en su casa con bastante mala leche y picón, pero Pedro no podía vivir sin pisar las tablas del Falla, así que volvió para deleitarnos con Israel, y seguía siendo ese gigante que montado a lomos de su caballo andaluz recorrió el mundo durante un par de años desde los confines de la India hasta el cono sur allá en Chile hasta regresar de nuevo de aceituneros de Jaén.

La comparsa siempre fue el juguete con el que este Periquillo de los palotes conquistó a los de El Puerto e incluso a los fantasmas que habitualmente lo escuchan en el Falla, se creyó un marinero en tierra y paseó con sus hijos, "el Tati y el Melli", por la cruz verde, cada año todos los aficionados esperábamos su regreso, para volver a admirar como llenaba el escenario, como con cada pasodoble se entregaba este magnífico coplero desde esa verde luna y navegando a través de la boira, cada año volvía loca a una nueva generación de aficionados.

Pedro fue príncipe en el escenario, nunca fue ceniciento y en su querido Cai chiquito nunca perdimos el norte de su comparsa, y hoy, después de medio siglo de historia, al volver del ensayo de su agrupación en el Bar Triana, se me escapan dos lágrimas al pensar que ya no le veremos sobre el escenario, él siempre será el director de la comparsa de los majaras, a él siempre le llamaban, le llaman y le llamarán Pedro, Pedro el de los Majaras. LEJAIM

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