un corista

Los otros indignados

DESPUÉS de los acontecimientos vividos este pasado año en los que las calles de media España se han visto ocupadas por personas que expresaban sus justas reivindicaciones me vino a la memoria algún momento vivido en Cádiz en el que a la gente del Carnaval no se nos trata con la misma benevolencia.

Días, semanas e incluso meses, este nuevo Mayo del 68, con sus diferencias, ha gozado de la necesaria libertad para acampar, reunirse y levantar la voz de su protesta. Y me parece bien que se les permita su ocupación porque, dentro de unas mínimas normas, la calle es de todos si sabemos convivir.

Al igual que me parece bien la ocupación pacífica de Valcárcel para hacer notar la falta de interés político por recuperar un emblemático y necesario edificio de la ciudad. Posiblemente el final que ha tenido no ha sido correcto en las formas.

Digo esto porque a pesar de lo contradictorio, en algún momento he sentido envidia de la libertad que estos indignados han gozado. Y que nadie me malinterprete. Sé que sus problemas y los de muchos españoles no son para tenerles envidia, pero en una pequeña parte y salvando las distancias me entenderéis.

La madrugada de hoy sábado en la Plaza de Fragela, delante de las puertas del Gran Teatro Falla, los copleros de Cádiz nos reuniremos al finalizar la sesión y allí escucharemos el veredicto del jurado. Algunos saltarán de alegría. Otros llorarán de decepción. Otros confirmarán lo esperado para bien o para mal. Pero para todos los presentes será una noche de Carnaval que merecemos vivir con la tranquilidad necesaria. Como si lo estuviera viendo. Cientos de corrillos en torno a transistores (que antiguo soy). Nervios a flor de piel. Ganas de moverse como poseídos por el demonio. Esta noche es para todos el resultado de cinco meses de ensayos y entrega. Y de buenas a primeras ssssssssss ¡EN LA CIUDAD DE CÁDIZ!. Silencio sepulcral y a escuchar. ¡Que miedo!

Coros..., comparsas..., chirigotas..., cuartetos... y llegan las lágrimas, los abrazos y los componentes de cada agrupación comentando lo acertado o no de la decisión. Normal. Nunca llueve a gusto de todos. Allí fuera estaremos con mucho frío y con humedad, pero disfrutando de una de nuestras noches. La primera de los cuchillos largos. Reporteros gráficos que buscan la instantánea. Periodistas tras la noticia. Lo de siempre en estas noches.

Hasta que de buenas a primera mandados por no sé quien, pero me gustaría saberlo, aparece la Policía Local que de buenas formas, todo hay que decirlo, pero, inexplicablemente, empieza a desalojar nuestra Plaza como si de piojosos malolientes se tratara. Nunca lo he entendido y nunca lo voy a entender.

Puedo aceptar que se les impida a los bares de zona llenar una maltrecha caja aunque no es justo, y a los presentes disfrutar de una copa para brindar por el éxito o llorar por el fracaso. Acepto, por supuesto, que se impida convertir la plaza en un botellódromo. Pero me indigna que manden a unas fuerzas de seguridad que les toca bailar con la más fea para echar del lugar a gente que se dedica a cantar a su tierra y se merecen un respeto.

Más aún me indigno cuando llega una noche de la final y Fragela se convierte en un vertedero humano peligroso para cualquier persona normal y no se desaloja. Y mucho más aún cuando veo, por desgracia, lo que NO se desaloja de Cádiz el sábado de Carnaval. Eso no es para desalojar, es para fumigar.

Desde aquí mi petición que sé que caerá en saco roto. Pero hay que intentarlo.

LOS INDIGNADOS DEL CARNAVAL merecemos ser tratados con más cortesía por parte de las autoridades, que no la policía. Somos parte muy importante de la fiesta y esa es una de nuestras noches. Vamos a dejar que la gente marche cuando le apetezca. Sin molestar. Y que celebre o llore el resultado. No somos apestados.

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