"Me indigna que el exceso de atrezo en la puesta de escena de las agrupaciones vaya en detrimento del tipo, que es precisamente lo que distingue a un grupo de otro. Se trata de un concurso de coplas, en el que debe primar la letra y también la música", afirma Pepe Berenguer, con más de 50 años como sastre y que ha vestido a numerosas agrupaciones. A Berenguer, que actualmente dispone de un taller de alta sastrería en Vejer, le indignan también los excesos en la coreografía, "porque provocan que el tango en los coros, el pasodoble en la comparsa y el cuplé en la chirigota pasen a un segundo plano, ya que predomina el espectáculo y no se trata de eso". Otro aspecto que le preocupa es que "los coros y las comparsas se están quedado sin segundas voces, ahora se cuida más al octavilla, el punteado y el movimiento". Sólo salva a las chirigotas y dice que las tres finalistas se han ganado esos puestos, ya que a los cuartetos les recomienda que escuchen los de Agustín González 'El Chimenea', Agüillo o Juan Rivero. Berenguer lamenta que el sastre se haya convertido en "una especie en extinción", lo que achaca a la falta de talleres de confección, lo que compara con una buena cocina si se quiere disponer de un restaurante de prestigio. Su ilusión a sus 73 años es montar ese taller en Cádiz, donde aprendió el oficio en la sastrería de Barreiro, en la plaza de Jesús Nazareno, en la que lo metió su madre para quitarlo de las calles del barrio de San Lorenzo. Así le sería más sencillo volver a vestir agrupaciones.