DOÑA CUARESMa

La gran labor de las peñas

SI hay algo peor que un carnavalero es un carnavalero en cuadrilla: los coros que son de muchos, las comparsas que son la mitad, las chirigotas que son como las comparsas, los cuartetos que son de tres, de cinco o de seis y las peñas que son de cuatro gatos.

Las peñas carnavalescas habitan en sus madrigueras. Se albergan en accesorias, llenas de fotos viejas de agrupaciones y un cuadro de los pescados de Cádiz. Todas tienen retrete, barra y plancha.

El retrete en lenguaje carnavalero se llama er bate y enlaza con la barra a través del reguera o la cerveza. Los peñistas se dedican a mover el reguera y la cerveza de la barra ar bate. Entre viaje y viaje paran en unas mesas jugando al dominó o al mus de Cádiz.

Una vez al año los cuatro gatos organizan una actividad pero para eso no ponen un duro: mangan una subvención al Ayuntamiento, consiguen que la caja les pague un cartel, le lloran a la cerveza para que les preste unos mostradores y unos barriles, le hacen el compromiso a dos o tres agrupaciones y reparten gratis cualquier tapita con sello de gadita como por ejemplo, cachucho plancha o sangre con tomate. A eso, según si dan una cosa u otra, le llaman VI Cachuchá Popular, XIX Hemorragiá Popular o XIV Mosquetá Popular.

Con un número romano por delante, que es más fino.

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