Carnaval

El carnaval engorda

  • Los carnavaleros esponjan, como todo el mundo, y el Concurso les afecta en el apetito · Los entrevistados aseguran que son más de cuchara que de hamburguesa

El Carnaval da muchas satisfacciones. Y el dinero que ganan en los contratos lo invierten los carnavaleros en tapas. Un repaso por el pasado y presente fotográfico de algunos reconocidos personajes de la fiesta demuestra que no sólo la tele engorda, sino también el Carnaval. Unos aseguran que durante el Concurso pierden peso por los nervios y a otros, la presión les incita a comer compulsivamente. Digan lo que digan, en los últimos tiempos se han dejado de ir y han criado una curva que ni la de Torregorda. ¿Quién dice que el carnavalero no es feliz? Ah, y aseguran ser de cuchareo más que de burger. Se nota a leguas.

José Guerrero 'Yuyu' es uno de los máximos exponentes del esponjamiento gaditano. Muchas tapas han pasado desde que en 1996 luciera una llamativa esbeltez en 'Los bordes del área'. "Es que el tipo ese era deportivo y se perdían kilos", confiesa el autor de chirigotas. Mentira. Por entonces, Yuyu, más tieso en lo que respecta a la de Ubrique, no frecuentaba de forma asidua los templos gastronómicos. "Ahora soy socio honorario del Nebraska". Nos consta. Allí realiza incursiones semanales.

Guerrero consiguió lo más difícil: perder 16 kilos en dos meses. "El médico del Sevilla, Escribano, el que les manda papillas a los jugadores, me vio en la tele, porque es aficionado al Carnaval, y le dijo a un compañero mío de la radio que fuera a verle porque me veía muy gordito", recuerda. Pero se descuidó. "Dejé de hacer ejercicio y esa fue la clave. Yo me cuidaba hasta los fines de semana y me hartaba de andar. Me quité del pan y la cerveza", cuenta resignado. Ha vuelto a la dieta equilibrada. "Un kilo de pescao, un litro de cerveza". Más equilibrada, imposible.

En 'El velatorio', Emilio Gutiérrez Cruz 'EL Libi' era un espadín. Delgado como Eduardo, el autor de Carnaval. Así se mantuvo mucho tiempo. En 'Sevilla, tuvo que ser, mi arma' seguía cuidando la silueta. Pero hete aquí que la curva de la felicidad comenzó a esbozar una sonrisa de oreja a oreja. "He cogido más kilos que el contrabajo que lleva el coro de Fali Pastrana", afirma El Libi. El cuartetero siempre ha sido finito, pero culpa al casamiento de su peso actual. "No sé si es la bata que te regalan el primero año de casado o los potajes de mi mujer, el caso es que el primer año sin niños se nota porque todo es sofá y películas", dice Emilio. ¿Y con los niños se pierden kilos? Pues no, al menos en el caso del Libi. "Tengo 108 kilos y mido 1'92. Soy como un pivot negro gordito del Cacaolat", considera el ex Papa.

El Libi es de grava. O sea, que muere con los potajes. "Soy de 'Con las manos en la masa' más que de los cocineros actuales, tan pijos, que todo lo rematan con perejil o hierbabuena". No le preocupa su estado de forma. "Me gusta estar así mejor que delgado, aunque mi mujer de vez en cuando me da un toque. Pero tengo intención de cuidarme y andar por la parte de Las Brisas", sorprende en todo un propósito de enmienda.

"He cogido unos cuantos". José Manuel Valdés se sincera y se refiere a los kilos. El autor de coros achaca a "la buena vida y el sedentarismo" la recopilación de grasa. Durante el Concurso come "menos" a causa de los nervios. Durante los restantes once meses, Valdés confiesa ser "de dos platos". Potaje y puchero de "mami" ocupan sus preferencias. Por eso crece su perímetro abdominal. Como suele ocurrir cuando suena la alarma, Valdés ha intentado en diversas ocasiones paliar el estancamiento de sus carnes. "Siempre que me pongo a dieta duro un día", apunta. Llegó a apuntarse a un gimnasio. "Mis amigos me decían que iba sólo a ducharme. Lo cierto es que me devolvieron la mitad del dinero porque no fui la mitad del mes", evoca entre risas.

Con Selu García Cossío hemos hecho trampas. Aunque el chirigotero reconoce que en los últimos tiempos la báscula le mira con cara de guasa, en la comparativa le ponemos una foto de cuando el muchacho salía en 'Quince piedras'. Selu dice tener una teoría "de peso", nunca mejor dicho, para explicar el abultamiento de su vientre. "Me siento en el coche a escribir y esa es una vida muy sedentaria", explica.

El creador de 'Lo que diga mi mujer' mantenía la forma en su antiguo empleo de cartero. "El trabajo era bueno para estar en movimiento e intelectualmente porque tenías que tener buena memoria", señala.

Selu muere "con lo dulce y lo salado". Le cogemos in fraganti por llamada telefónica en el Hipercor "comprando chocolates". Asegura comer poco, aunque lo que se zampa "engorda". Selu es, como tantos, de los que ha descubierto nuevos sabores después de casarse. "Mi madre se pone negra cuando le cuento que he probado la sangre con tomate o la lengua estofada. Porque yo de chico era mu delicao, pero ya como más variado". Al coplero del Avecrem le gusta más el pescado que la carne. "Fíjate si hubiera dicho yo esto el año de 'Los que cosen pa la calle'", dice con gracia. Otro que ha hecho propósito de enmienda. "Después del carnaval me ha dicho mi mujer que vamos a empezar a correr. Uff, yo le he dicho que tranquila, que primero es mejor empezar a andar", afirma. Su peso récord fue 99 kilos. "¿Mi peso ideal?, no tengo ni idea, pero sí debo perder al menos entre diez y quince kilos".

No sólo le pegan al buen manjar los chirigoteros. En comparsas se han producido también grandes crecimientos de papadas. Tino Tovar se rebela ante el reportaje y asegura haber perdido nueve kilos en dos meses. Aun así sus hechuras distan mucho de aquel palmito que lucía en sus comienzos carnavalescos. "Los 'tapergüé' de menudo de mi suegra y mi madre son colosales. Y yo, que soy de voluntad endeble, no me puedo negar a esos manjares". Tino, de todas formas, no puede permitirse ahora cargar peso sobre su lastimada pierna, en la que se rompió el peroné hace unos meses.

Del Carnaval también han demostrado su creciente volumen El Love y Paco Cárdenas, presidente de la Asociación de Autores. Vicente Sánchez, el edil de Fiestas, ya no es el pibito enjuto que arribó al Ayuntamiento de Cádiz. Ha venido su alma a la berza. Por su parte, Carmen Pastrana, gerente de Fiestas, ha evidenciado que los quebraderos de cabeza que supone su cargo no afectan a su apetito. Larga vida a las papas fritas. Así estáis todos de muy buen ver.

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