Lo que leímos en los libros. Lo que vimos en las películas. También lo disfrutamos sobre las tablas del Falla. Cuando las artes se convierten en fuentes, mi Carnaval crece y se hace grande, aún más, si cabe. De Bram Stoker a George Orwell. De Coppola a Fritz Lang. De Cossi y Moreno a Tino Tovar. Cuando se bebe del arte se calma la sed de los paladares más exquisitos. Del primero al séptimo. De los libros al cine. Y, aunque poco tiene que ver el aire cuartetero de Gago con el semblante siniestro de Gary Oldman. Y, aunque poco tiene que ver la moderna escenografía de la comparsa de Tovar con la ingenua idea de futuro de Lang. Y aunque el texto de Stoker, tan hermoso como terrible, en nada se parezca a las vueltas y revueltas del cuarteto gaditano. Y aunque las líneas de Orwell hablen de 1984 y no de 2012 . Y aunque esto sea Carnaval. Y aunque todo sea, y no. Las artes hacen arte si el artista es diestro y avispado. Porque hay cosas que no pasan de moda, porque hay asuntos antiguos que arrastramos como el condenado la pena. Y los libros y el cine dan su testimonio. Y el Carnaval, por qué no. Con la parodia de 'Drácula de gran estoque'. Con la actualización de la sociedad zombie y narcolépsica que nos muestra 'Ciudadano zero'.

Noche de las artes. De la música también. De la musicalidad del coro de Pastrana que con 'El amanecer' hacen melodías de los antipáticos sones marciales. Y nos echa a pelear contra las injusticias y a favor de esta tierra agonizante.

Música de Pardo que nos pone a bailar y a recordar los éxitos anglosajones que pusieron el ritmo de más de una generación.

Música y musical de El Puerto. Que con un leve toque de Jesucristo Superstar se interna en historias más serias, oscuras y de denuncia pero sin perder el compás.

Las Artes. Qué mejor caliz del que beber.