Tinta china

Viva la vejez, muera el conformismo ilustrado

VIVA la vejez!", exclama alguien desde la oscuridad. Mermelada de lentejas en las horas postreras. Sevilla tiene un color especial. Dicen que en las negociaciones sobre la morterá y la vanidá del Carnaval, los paganinis siempre intentan recortar las alas del artisteo gaditano amenazando veladamente con un concurso hispalense. Este año varios de los autores más reconocidos de comparsas avisan a los navegantes. Vive la vejez para contarlo. Vaya plan el de la juventud. Cerraron más factorías. Carpe diem. Entre bromas y veras luques, la secta del Carnaval se dispone a entregarse del tirón a los dioses del vámonos que nos vamos. La comparsa se lame las heridas de guerra, los Carapapas se despiden del concurso levantando pasiones, redundando en los ombligos de la fiesta, con la dignidad intacta. Los hermanos Márquez Mateo echan de menos la chirigota. La gente también suspira por los Mákina y por otros ausentes de esta noche. Cuelo caro. Los coristas de Valdés, éstos sí que se colaron en la final, precisamente mentaron el ombligo carnavalesco, el chovinismo exacerbado, y la muerte anunciada del Carnaval. "Cádiz se pone la venda, el gaditano se cree que todo cae del cielo", ya dejó pasar varios trenes, sólo falta que "nuestros nietos nos reprochen la muerte del Carnaval". Pordió. ¿Habrá vida más allá del 2012? ¿Llegaremos? ¿Habrán hecho algo los políticos?. Según la comparsa de Rivero, "los proyectos se estancan por culpa de las disputas políticas, nadie se aclara y se acerca el Doce", que viene, que viene, y a este paso, un paso cansino, lento y torpón, Cádiz se convertirá en "la cuna más vieja del conformismo ilustrado". La que ni hace ni deja hacer. "Esto sólo lo remedian los gaditanos", rubrican antes de que el jurado les aplicase el reglamentario expediente de regulación, lo mismo que prejubilaron a los del Love, lo que traducido no resulta que la chirigota se encuentre más pallá que pacá, pidiendo pista, sino todo lo contrario. Viva la vejez. Se estilan mucho ahora las letras sobre muertos que tan buenos fueron en vida. Muerto derechitos al cielo, donde se juntan con los muertos más célebres: Paco Alba, el Tío de la Tiza, Peñita ... Existe la creencia de que en el cielo existe un Carnaval divino. Esquelas sonoras, pasodobles lacrimógenos. Y en vida, ni flores ni coronas, más bien el olvido, la envidia y la fullería. Ya lo decía la ministra, en chirigotas pesó mucho la igualdad. Y acaso otros condicionantes, lindo eufemismo. Sevilla tiene un color especial.

Antes del acabóse, los Gitanos Califato Independiente ofrecieron unas copitas de auténtico Pedro Romero, que lo mismo escribe un pasodoble paradójico y significativo donde la euforia de la Eurocopa da paso a la cruda realidad ("Andalucía se va al carajo"), que se desvive por La Viña, "un cachito del cielo de Cai", traza un recorrido sentimental por el corazón de la fiesta, barrio caletero de rancios sabores, mitos, leyendas y un ruinazo evidente. Los callejones, la Cruz Verde, el Gavilán. "Los viñeros nunca mueren". Ni los rockeros, ni las rimas traviesas, ni los jurados que se decantan por el espectáculo visual, las formas antes que el fondo, ni la caña al fascista que causa sensación en forma de pasodoble de los Tijeritas, ni los tesoros que esconde Cádiz en los rincones de su antigüedad, viva la vejez, vivaporús.

Cádiz ya dejó, para asombro del mundo, letras y músicas de categoría para la historia que, probablemente, casi nadie leerá ni escuchará, la historia de los espejos cóncavos del deseo. Tangos, pasodobles, cuplés y popurrís de grupos que no pasaron a la final más cortita. Y piezas de orfebrería musical que esta noche saludarán al mundo mundial desde un lugar muy cerquita de Sevilla. Los conformistas ilustrados se entretienen contando las horas para el apocalipsis. Ya queda menos, venden entradas pa la catástrofe mayor. Los políticos, que este año se la han llevado mortal de necesidad, en vez de hacer mutis por el foro, por vergüenza ajena aunque sea, recibirán esta noche cuplés y palmaditas en la espalda y desgranarán su repertorio de hechos no consumados y proyectos en el aire. Y Cádiz dejará de dar el cante cuando se asome doña Cuaresma. Después del Doce vendrá el Doce más Uno. ¡Socorro!

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