DESDE esta columna venimos sosteniendo la primacía de Sevilla, como madre y maestra, en muchísimas cosas.

No en vano es la capital de Andalucía y Cádiz una mera sucursal, como esas oficinas bancarias de barrio. Magisterio en Semana Santa, donde todos los cofrades vamos allí a aprender y sobre todo a succionar. Nunca utilizaré ese horrible verbo carnavalesco de mamar.

Madre en todos los sentidos y espejo donde copiar. Que lo digan esos gaditanos que van a la feria de Sevilla con sus mejores trajes de alpaca y coloridas corbatas de seda a bailar sevillanas. Nadie ha visto a un gaditanos bailar tanguillos en la caseta del Labradores o el Mercantil, ni siquiera en la del distrito del Barrio León, que es de las pocas donde dejan entrar a la gente de Cádiz.

Ya quisiera el Falla tener el ambiente refinado del Teatro Maestranza, cuando ni siquiera llega el nuestro al nivel y señorío de la plaza de la Real Maestranza.

Y ahora para colmo, unos pocos sevillanos que no se han tirado nunca del puente canal, ensayando un poquito y con cuatro letras, han formado una chirigota y han mandado a unas pocas de agrupaciones de Cádiz-Cádiz a los albañiles, y seguro que van a entrar en la final: está clarísimo, en Sevilla hay que succionar.