comparsa

Martes XIII

El tipo. Alegoría de la mala suerte con un traje amarillo. Las coplas. El mal de los supersticiosos, un martes 13 y de amarillo -bueno, que este color sigue siendo bendito-. El gafe se adueña de la comparsa. Un miedo que aterra al que cree en este tipo de cosas. Un cúmulo de tópicos para hacer poesía de la "pesadilla" que es capaz de controlar hasta nuestros movimientos. Demasiadas vueltas para una idea que no permite un mayor desarrollo. No acompañan ni las letras ni la música ni el grupo. En los pasodobles, con una música irregular que se relía en sí misma, lanzan sendos temas lacrimógenos, con un puntito tremendista en el segundo. Primero, cantan la historia de una persona que va a pedir con su carro. Un relato de una persona que lo que lleva en su carro "no lo ha robado", sino que se lo han donado "las buenas almas" -su poquito de sentimiento-. En el segundo, quieren jugar con el factor sorpresa, ya que empiezan contando lo que parece ser la historia de un niño que sufre bullying por parte de sus compañeros de clase. Pero, para sorpresa de todos, el que cuenta sus vivencias es un profesor que no tiene el respeto de los alumnos y que espera que el que le sustituya no sufra lo mismo que él. No remontan en los cuplés, sobre todo el primero de ellos, de remate inexplicable al Caranchoa y el cierre de La Gloria. Tampoco mejora el segundo a la mujer que se quedó dormida en el programa de Juan y Medio. Su tedioso popurrí nos hace tocar madera. 

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Puntuaciónes COAC 5 / Miguel Guillén

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