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BENDICIÓN DE DIOS

Letras de ahora

TENIENDO en cuenta la importancia que tiene para nuestras coplas el compás, la armonía, la melodía y el pellizco, no me negarán que estas cualidades musicales han de estar rematadas con textos sentidos, alejados de la vulgaridad, estructurado con lenguaje coloquial, pero sin dejar de lado la riqueza de nuestro habla, que tan eruditamente recopiló en su día el profesor Pedro Payán.

En los últimos tiempos, la cultura musical de nuestro pueblo ha posibilitado que se incorporen a nuestro carnaval melodías de calidad, que aunque carentes de brisa gaditana han logrado embaucar a muchos entendidos y profanos, que dormidos en las sábanas de sus notas se han rendido en un sueño lo suficientemente profundo, como para no captar 'pamplinas' y 'tonterías' que brotan con profusión, al leer fríamente las páginas de algún libreto.

Que me perdonen los que así no lo entiendan, pero en el papel apuntado de algunos pentagramas los profanos musicales no distinguimos con facilidad las agresiones a la sintaxis gramatical, ni los atracos al lenguaje, y entre la deficiente vocalización de algunos grupos y la precipitación en las masas en aplaudir, sin esperar a escuchar el remate del tango o del pasodoble, la mayoría del público se queda en blanco, ¿cómo puntuaría cada uno, ese 'jurado particular' que todos llevamos dentro?

Y no tengo más remedio que acordarme del poeta, que enfundado en la casaca dieciochesca, de su inspiración 'fabulística', escribió aquello de: No sé por qué motivo no se dan fábulas en las escuelas / cuando tanto el chiquillo filosofa en sus moralejas / y así nada me extraña / que hoy, en las letras de las canciones / digan tantas patrañas, aunque ganen millones. / Y todo eso es debido / a que las fábulas no estudiaron / con sus versos sencillos / pero medidos y bien rimados.

Ahora no es raro escuchar cómo algunas agrupaciones se dedican a cantarse halagos, improperios, denuncias, ofensas y mucha auto-complacencia. Es un derroche de imaginación imperdonable, que hay que desterrar para siempre.

Querer ser protagonista es aburrir a la clientela, que en la mayoría de los casos ignora sus fobias, rencillas o envidias. Un ejercicio de humildad sería una buena receta para dejar escrito este 'periodismo cantado', del que tanto presumimos.

No estaría de más, de vez en cuando acudir, a un breviario elemental de lírica para principiantes, se extrae de sus páginas un concentrado y se mezcla con unos gramitos de fraseología castiza. Verás que letras más gaditanas, ¡picha!

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