Carnaval

Larga vida a los cuartos para ver semifinales auténticas

  • El nuevo sistema del concurso se antoja válido para otros años, pues evita pases innecesarios

Con el esfuerzo que supone para todos dejar momentáneamente a un lado los aciertos, mayoritarios, y los desaciertos, pocos pero algunos evidentes, del segundo fallo emitido por el jurado del concurso de agrupaciones , la llegada de la fase semifinal y la selección de 27 grupos para jugarse en ella la gloria del triunvirato final aporta un balance positivo al nuevo sistema ideado por los miembros del patronato del Carnaval. Las novedosas dos cribas de este año evitará el antiguo segundo pase en semifinales de algunas agrupaciones, que tanta vida han dado tradicionalmente al necesitado ambigú, y dotará al concurso de unas auténticas semifinales, casi tres finales según el comentario generalizado de la calle, con una calidad más garantizada que en ediciones precedentes. Es comprensible, pese a todo, que haya grupos descontentos con el sistema. Esta democrática diferencia sustentará un debate en el que el aficionado debe ser consultado.

El nuevo sistema, si termina de implantarse para concursos venideros, obliga a los grupos considerados punteros a no fiarse un pelo desde preliminares. De hecho, cuando el concurso acabe, seguro que alguna de esta agrupación maldecirá no haber echado más casta y mejor repertorio en su primer pase. Antes, con las semifinales a doble vuelta, estos grupos, indudablemente con más recursos carnavalescos que otros, disponían de dos actuaciones para enderezar rumbos torcidos. Pero este año no todas podrán, pues había que jugársela antes: en semifinales y en cuartos. Es una carrera más larga en el que el esprín final no siempre dará resultado. Al tiempo.

Y en el otro lado de la calidad el concurso también ha salido ganando, pues la implantación de los cuartos de final premia con una segunda actuación a los grupos que se lo merecen, siempre que el jurado haya acertado, y criba una tercera actuación que, no creo que sea difícil reconocerlo, venía grande otros años a un considerable número de grupos que no dispone de repertorio como para completar tres pases de cierta calidad. Mejor abandonar el concurso dejando un buen recuerdo y un aceptable sabor de boca que palpando desde el escenario la presencia de un público indiferente que puede condicionar futuras presencias de estos grupos en el Falla.

El único pero que este año se le puede poner a la estructura y organización del concurso, venta de entradas aparte, viene condicionado por la cercanía de la cuaresma. Esto ha provocado una compilación del certamen que ha sufrido, sobre todo, su fase preliminar, con larguísimas sesiones y últimas agrupaciones cantando casi en familia, y, en conjunto, un certamen que no ha tenido ni un solo día de descanso, lo que se podría haber solucionado comenzando el concurso el viernes 11 de enero: qué más da que los actos gastronómicos, con sus ensayos generales incluidos, se hubieran celebrado un año con el Falla recién empezado. Ello hubiera permitido contar con un par de días de descanso que habrían agradecido aquéllas profesiones que se mueven alrededor del concurso: técnicos del teatro, tramoyistas, limpiadoras, porteros, servicio de seguridad, técnicos municipales o periodistas. Y hasta los miembros del patronato.

Está siendo, de momento, un concurso más exigente. Y a más exigencia, lógicamente, se premiará de una manera más justa a la calidad, a los repertorios más completos desde preliminares, salvo que alguien tenga guardado en sus compases el más inesperado de los pelotazos.

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