calle ancha

Eternos cabreados

ME da la sensación que todo el que participa en el Concurso del Falla en una mayor o menor medida termina cabreado. Es decir, el motivo el cuál les provoca el éxtasis de la vanidad, gloria y al fin al cabo lo que debería ser un elemento propio de un efecto placebo, por lo tanto un motivo para divertirse y huir de la rutina laboral, se termina convirtiendo en un foco de resentimientos, celos, envidias, malos rollos, algo realmente inexplicable si no fuera porque va inherente con la condición humana y sucede en todos los órdenes de la vida. Si alguien participa en un certamen donde hay unas reglas con un jurado elegido por el mismo organizador no queda más remedio que aceptar el juego. No deja de ser parecido al fútbol y seguro que les suena aquello de "el árbitro no ha sido justo", "se ha equivocado en la jugada tal"... de todos es sabido que en el deporte rey el único satisfecho es el que gana la liga (excepto Mourinho) y en el Falla el autor feliz es al que le otorgan el primer premio, exceptos algunos inolvidables segundos de cuyos nombres no quiero acordarme. En el carnaval sucede lo mismo año tras año. Los destronados arremeten contra todo lo que se mueve. Los primeros en catar (emirato árabe de oriente medio) son los miembros del jurado. Se meten en el lío en primer lugar porque son aficionados, les gusta y además son masoquistas... por lo tanto ya de por sí hay que tenerles un poco de consideración. Blanco de críticas... amigos de unos, les gusta una tendencia carnavalesca equis... pues claro! son seres humanos con sus gustos... ninguno somos folios en blanco.

El segundo objetivo es el mensajero. Hay que pasarlo a cuchillo si no trae las noticias que queremos. Si su artículo o comentario se ha decantado a favor del enemigo, lo que provoca que el jurado y el público tenga un perfil favorable a la agrupación tal... Los profesionales de la comunicación tienen la opción desde hace tiempo de usar el sarcasmo y la ironía para analizar o resolver un trance de una retransmisión sin entrar en más profundidades. Son los propios excomparsistas autores y carnavaleros al fin al cabo los más valorados en sus opiniones. Como ejemplos positivos son los Juanelo, Paco Rosado o Libi. Gustarán más o menos pero no dejan indiferente a nadie, analizando sin tapujos lo que ven y especialmente lo que escuchan.

En el último escalafón para los cabreados están los propios rivales. Hay afinidades, sin duda, pero entre todos se podrían matar... carnavalescamente hablando claro. Tampoco es que todo el mundo se tenga que llevar bien, no es necesario, ni siquiera práctico, pero quizás se rebajarían tensiones si no hubiera premios. Se imaginan un concurso sin primeros o segundos... con una final, sí, vale, pero sin más... sin enumerar quien es el mejor o el último. ¿Por qué tenemos que hacer siempre lo mismo...definir a base de conceptos subjetivos y poco imparciales lo que es bueno o lo que es lo mejor? Puede que no pase nada...¿y si el producto sigue siendo el mismo y no se te cabrea nadie?, o eso es imposible?... quien sabe. Decía Flaubert...la humanidad es como es, no se trata de cambiarla sino de conocerla.

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