EL Miércoles de Ceniza terminó el Carnaval en toda España. Menos en Cádiz. Aquí seguimos con las chirigotas, actos gastronómicos, ordinarieces y pamplinas. Todo subvencionado generosamente por el Ayuntamiento con el dinero de todos los gaditanos.

No voy a hablar de Sevilla o Jerez. No me gusta comparar. Entre una langosta Thermidor y unas caballas con babetas no hay color ni comparación posible. Pero creo que la culpa de que Sevilla esté en la cima del buen gusto y Cádiz en lo más profundo del pozo del horterismo es también de los cofrades gaditanos.

Un cofrade que se precie está estos días atareado con los preparativos de la Semana Santa. Está ocupado con el traslado de los enseres procesionales desde la Casa de Hermandad a la iglesia. Sin embargo los cofrades gaditanos siguen de Carnaval.

He visto a distinguidos hermanos desgañitarse en las bateas de los coros. He visto a recios cargadores de pasos moviendo la cinturita en comparsas amaneradas. Y he visto a hermanos mayores con bolsas de bocadillos y abrevando en unos vasos de vino que llevan colgando del cuello.

Y así no hay manera. Así nunca podremos tener unos cortejos procesionales como Dios manda. Con estos cofrades gaditanos, el Domingo de Ramos, ¡me voy a Sevilla!