Lo siento mucho por el periodista que firma el reportaje aparecido ayer en el Diario del Carnaval sobre carnavaleros y cofrades, pero está equivocado de medio a medio.
No hay capillitas metidos a comparsistas, no. Lo que hay son carnavaleros infiltrados en el mundo cofrade.
Pero ya han sido descubiertos y espero que pronto sean echados de las hermandades. No por ateos o por malos católicos, no. En este aspecto los capillitas somos muy liberales. Deben ser expulsados por apestosos. El olor a mojones es incompatible con el incienso.
La culpa es de los que han logrado meter el Carnaval en las escuelas. A los colegios hay que llevar las tradiciones gaditanas. Pero las buenas, no las malas.
Con los niños hay que jugar a las procesiones. Y así cuando sean mayores querrán ser como Vicente Sánchez o Romaní, con sus cortes de pelo a navaja estilo Nicolás. O querrán ser como Teo, con sus pies grandes y su melena al viento.
Si llevamos el Carnaval a los colegios terminaremos atrofiando el gusto de los pequeños y el día de mañana querrán usar calcetines como los de Pérez Peralta y camisas como las de Román.
O jo con el carnaval en las escuelas. El nieto de una amiga mía quiere ser director.
¿De los astilleros?
No, de una comparsa.
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