en el ambigú

Cantidad o calidad

EN esto del concurso la cantidad desgraciadamente no siempre lleva aparejada consigo la calidad. Incluso al revés. En los últimos tiempos, la cantidad de agrupaciones en el COAC lleva consigo un preocupante descenso en la calidad media, con el perjuicio que supone para la imagen del certamen y del propio concurso.

Y es que como dijo el viernes 'La comparsa de Córdoba' y pese a que igual me gano un hueco en el tiempo de un autor para escribir de mí (gran honor cuando está tan liado que cada vez escribe menos para su agrupación), he de pedir que el Patronato (que tantas cosas hace bien, tan bien, por cierto) me parece que seguimos haciendo un flaco favor a esto, que se necesita otra cosa.

Que no hace falta que vengan 150 agrupaciones cada año, que con muchas menos se fraguó la magia de esto. Por eso, y tirando de exageración gaditana, creo que estamos mancillando el 'honor' del Falla.

Que hay agrupaciones, algunas cuartofinalistas años atrás, que llegaron a hacer la 'croqueta' el mismo lugar en el que cantó Paco Alba. Un detalle que dice mucho de lo que este concurso supone para los grupos de fuera, afortunadamente no para todos.

Cero memoria histórica y también cero concepto de lo que costó llegar hasta aquí.

Pero aquí seguimos presumiendo de tener un número exagerado de agrupaciones cada año. Y ello supone un número determinado de agrupaciones en cada fase siguiente a la preliminar.

Da igual que haya más o menos con calidad para ello, ese es el número. Y no me vale lo de que las puntuaciones marcan sí tienen esa calidad.

Si ponemos límites al número de agrupaciones cuando realmente tienen calidad y fomentamos que vengan los grupos con poco nivel, ¿a qué estamos jugando? Probablemente a que cada vez valga cualquier cosa para actuar en el Falla.

Sinceramente, y sin querer ponerle puertas al campo, va siendo hora de replantearse todo.

El que tenga una calidad mínima (para cualquier fase) que actúe. Sin números clausus. Hay que abrir la mano para que las agrupaciones con nivel canten alguna vez más, pero también cerrarla para que el Gran Teatro Falla no sea un premio sencillo de conseguir.

Que ese premio se trabaje y el que cante en el coliseo sea porque realmente se lo merece de verdad. Y para ello, el mejor camino es una fase previa a puerta cerrada.

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