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La referencia de la categoría

  • El conjunto amarillo, con su primera posición, se convierte en el rival a batir y empezará la defensa de su privilegiada plaza ante un Oviedo con el que perdió dos veces el curso pasado

José Mari se eleva por encima de Linares para cabecear el balón durante el partido contra el Oviedo disputado la pasada temporada en el Carlos Tartiere.

José Mari se eleva por encima de Linares para cabecear el balón durante el partido contra el Oviedo disputado la pasada temporada en el Carlos Tartiere. / lof

El Cádiz disfruta de su primera semana de liderato con el empeño de continuar sentado en el trono, no tanto por ser el primer clasificado sino más bien por prolongar la racha positiva de resultados y las buenas sensaciones que desprende en el arranque de la temporada. Ocupar la posición más alta en los albores de la competición no adquiere relevancia más allá del reflejo del deber cumplido y en ese papel brillante del conjunto amarillo se superponen dos planos: el colectivo y el individual. Si por algo destaca es por el esforzado trabajo en bloque de un equipo que, con mayoría de jugadores de la pasada campaña en las alineaciones, ejecuta con precisión la lección impartida por el técnico en los entrenamientos.

El Cádiz juega de memoria porque una de las cualidades que atesora es que sabe lo que tiene que hacer en cada momento de un partido como conjunto y además cuenta con futbolistas desequilibrantes que otorgan ese plus que todo equipo necesita. La velocidad de vértigo Salvi y Álvaro García -en las bandas e incluso por el centro para romper a la defensa-, el olfato de gol de David Barral, los pulmones y el rigor táctico de Jon Ander Garrido, las paradas decisivas de Alberto Cifuentes... Los jugadores ofrecen su versión más solvente y los resultados se traducen en puntos. El Cádiz es el primer club en alcanzar la meta volante de los 10 puntos fruto de sus tres victorias y una igualada. Permanece invicto. Sólo el equipo amarillo atesora tres victorias en cuatro capítulos ligueros y de momento es inalcanzable. El Cádiz forma parte del cuarteto de conjuntos que aún no conoce la derrota junto con el Sporting de Gijón, el Alcorcón -en el estadio Ramón de Carranza demostró ser un contrincante sólido- y el Granada, un recién descendido que con un potente plantel cuenta sus partidos por empates.

El primer puesto conlleva la etiqueta de equipo más fuerte en el inicio del campeonato, lo que supone que el Cádiz se convierte a día de hoy en el principal rival a batir por el resto de contendientes. Todos quieren vencer al líder. Los adversarios cuentan con la motivación extra de superar al mejor. Es el precio que hay que pagar por sentarse en lugar más alto de la tabla. Los gaditanos afrontan a partir de ahora una prueba de madurez. ¿Sabrán llevar el peso de la corona? ¿Notarán más presión por el hecho de ver a todos los demás por el retrovisor? Los amarillos nunca se habían visto en una situación tan privilegiada desde su esperado regreso a la categoría de plata y ahora acaparan todas las miradas del balompié patrio mientras los responsables deportivos del club no cambian una coma del discurso: el objetivo real es la permanencia en Segunda División A, a la que tanto costó volver después de seis largos años de ostracismo en el pozo de Segunda B.

El conjunto de Álvaro Cervera estrena liderato el próximo domingo en el estadio Carlos Tartiere en un atractivo duelo frente a al Real Oviedo, uno de los cocos de LaLiga 1|2|3 que no esconde que su única meta es el ascenso a Primera en su tercera tentativa después de abandonar la división de bronce. El conjunto carbayón, dirigido este curso por Juan Antonio Anquela tras la no renovación de Fernando Hierro, se ha reforzado en todas sus línea y forma parte de la lista de favoritos para pelear por dar el salto a la élite. El Real Oviedo es un rival que no despierta buenos recuerdos en el cadismo en los tiempos recientes. El cuadro norteño dejó al amarillo sin ascenso en la temporada 2014/15 en aquella eliminatoria entre campeones de grupo de Segunda B. En el partido de ida empataron a uno -goles de Juan Villar y Cervero- en Asturias y, con todo a favor de los gaditanos para resolver la vuelta en casa, la derrota por 0-1 elevó a los azulones a la categoría de plata y obligó al Cádiz a quedarse un año en una división maldita.

Cuando ambos equipos volvieron a encontrarse ya en Segunda A la pasada campaña, el conjunto amarillo fue inacaz de obtener un solo punto en el doble enfrentamiento. Cayó en el Carranza (0-2) en la primera vuelta y repitió varapalo (2-1) en la segunda en el Tartiere.

En los dos envites fue superior el rival del próximo domingo salvo en los minutos iniciales del encuentro disputado en el Principado, cuando el Cádiz llevó el mando e incluso acertó a ponerse por delante en el marcador con un gol anotado por Salvi. Pero la sustitución del sanluqueño a causa de una lesión en la primera parte cambió el rumbo del partido de manera radical.

La inminente visita al terreno del Oviedo se presenta como una exigente prueba para un Cádiz que vive en estado de felicidad una vez que ha conseguido escalar hasta la cumbre de la clasificación, aunque lo difícil no es llegar sino mantenerse en lo más alto. Sólo hubo un par de equipos que ganaron a los amarillos en los dos partidos de Liga: Valladolid y Oviedo.

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