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La pujanza del modesto

  • El club aragonés sueña con el primer ascenso a Primera de su historia con el quinto tope salarial más bajo y la varita mágica de su entrenador

Álvaro García avanza con el balón mientras es seguido por Jair en el partido contra el Huesca de la primera vuelta.

Álvaro García avanza con el balón mientras es seguido por Jair en el partido contra el Huesca de la primera vuelta. / lof

La Sociedad Deportiva Huesca vive inmerso en la temporada más apasionante de su historia, en la que está más cerca que nunca de acceder por primera vez a la élite del fútbol español. Nunca lo había tenido tan a mano como ahora. Constituido con su actual denominación en marzo de 1960 después de llevar dos nombre desde su fundación en 1910 -Club Deportivo Huesca y Unión Deportiva Huesca-, disfruta de la mejor campaña desde su creación pese a que haya abandonado el liderato después de 17 jornadas consecutivas de estancia en la cima. La cesión provisional del trono no le hace perder opciones de llegar a lo más alto.

La excelente temporada anterior, en la que llegó a disputar el play-off tras una brillante sexta posición -fue eliminado por el Getafe-, fue la del paso al frente de un club que, tras varios años a caballo entre Segunda B y Segunda A, vio el momento de meterse de lleno en la pugna por subir a Primera. El presidente, Agustín Lasaosa, anunciaba el pasado verano que el club quería más y se puso manos a la obra para fortalecer un ambicioso proyecto. Renovó a su futbolista de referencia, Gonzalo Melero, y mantuvo a los pesos pesados de la plantilla -Jair, Carlos David, Aguilera, el ex cadista Ferreiro, el puertorrealeño Vadillo...- con la única excepción de Samu Saiz, que dio el salto a Inglaterra.

El conjunto aragonés no figuraba entre los favoritos en el punto de partida del campeonato. Con el quinto tope salarial más bajo -5,3 millones de euros-, en el plano económico estaba a años luz de gigantes como el Granada (17,9 millones), Osasuna (13,2), Sporting de Gijón (11,7), Rayo Vallecano (8,3)... pero se la supo ingeniar para armar uno de los planteles más armoniosos. A los jugadores importantes que ya estaban se unieron entre otros, Remiro, Álex Gallar, Chimy Ávila y, sobre todo, Cucho Hernández...

El cuadro oscense dio un salto de calidad y no tardó en ganarse la etiqueta de equipo revelación cuando se ubicó en las alturas de la tabla gracias a la solidez implantada por Joan Francesc Ferrer, más conocido como Rubi. Tras la marcha de Juan Antonio Anquela, el club depositó su confianza en el técnico catalán. Licenciado en Empresariales, se inclinó por su vocación de entrenador pocos años después de sus inicio vivió una experiencia profesional inolvidable como asistente de Tito Vilanova en el Barcelona. De ahí pasó a entrenar al Valladolid, Levante -en Primera- y Sporting antes de hacerse cargo del Huesca. La apuesta de Rubi pasa por la querencia por el balón pero sin renunciar a la disciplina y al despliegue físico, con especial atención a la estrategia.

El artífice del milagro es un técnico que imprime carácter a la vez que el gusta el juego vistoso y pretende que su equipo domine las dos áreas bajo la alternancia del 4-2-3-1 y el 4-3-3.

Si por algo destaca el conjunto oscense es por estilo camaleónico, capaz de adaptare a las circunstancias del partido. Parte con la idea de dominar, pero si no puede hacerlo sabe esperar su momento.

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