Ni la lluvia ni el día laboral lo paran. Así es el Cádiz y así lo ha vivido la afición en la segunda parte para pasar por encima del Barcelona B.
Ha sido la despedida futbolera en Carranza al año 2017. Un adiós de lujo por el triunfo y el momento. Un broche soñado.
Noche de respeto por los guardias civiles fallecidos en Teruel -minuto de silencio incluido-, uno de ellos muy vinculado a Cádiz y hermano del entrenador Kike Caballero. Noche de ir creciendo en el césped y en la grada, donde se han visto gorros de Papá Noel y las linternas encendidas de los móviles de ese cadismo que ilumina a su equipo.
La intensidad y los goles de la segunda parte han sido lo mejor para una afición que ha disfrutado con los tantos, se ha lamentado del penalti fallado y ha sufrido con las lesiones de Carrillo y Servando, a los que ha ovacionado en su marcha obligada.
Carranza ha echado el telón como el teatro de los sueños pensado en el año nuevo. Sueños de ascenso y gloria para un 2018 que promete vestirse de amarillo.
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