CÁDIZ | BARCELONA B

La pasión no entiende de números

  • Menos público pero las mismas ganas de fiesta en el Carranza

Los jugadores y algunos miembros del cuerpo técnico saludan al acabar el encuentro a los aficionados de Fondo Sur.

Los jugadores y algunos miembros del cuerpo técnico saludan al acabar el encuentro a los aficionados de Fondo Sur. / jesús marín

Ni la lluvia ni el día laboral de ayer lo pararon. Así es el Cádiz y así lo vivió la afición en la segunda parte para pasar por encima del Barcelona B por lo civil o por o criminal. Había que ganar para disfrutar otra fiesta. Fue la despedida futbolera en el Ramón de Carranza al año 2017. Un adiós de lujo por el triunfo y el momento. Un broche soñado.

Noche de respeto por los guardias civiles fallecidos en Teruel -minuto de silencio incluido-, uno de ellos muy vinculado a Cádiz y hermano del entrenador Kike Caballero. Noche de ir creciendo en el césped y en la grada, donde se vieron gorros de Papá Noel y las linternas encendidas de los móviles de ese cadismo que ilumina a su equipo. Cuando el marcador empezó a ser favorable los seguidores tiraron del ingenio de siempre para que las gradas fueran algo más que un lugar desde el que ver un encuentro de fútbol. En el palco, Javi Gracia, entrenador con pasado amarillo.

La intensidad y los goles de la segunda parte resultaron lo mejor para una afición que disfrutó con los tres tantos, se lamentó del penalti fallado y sufrió con las lesiones de Carrillo y Servando, a los que ovacionaron en su marcha obligada por los problemas físicos.

Banderas de España, más que otras veces, en las gradas, destacando una en Fondo Norte que llevaba un crespón negro. Noche de símbolos por la presencia del filial de un club, el Barcelona, que se identificó plenamente con el fallido proceso independentista. De alguna manera al Barcelona B 'lo esperan' en los diferentes campos de Segunda División A.

Con el pitido final por parte del árbitro los aficionados se lanzaron a disfrutarlo mientras la lluvia apareció de forma considerable para unirse a la fiesta del cadismo. Los jugadores se acercaron a todas las gradas para celebrar su éxito y soñar despiertos con los que siempre están ahí, una afición que sigue feliz tras muchos años de sequía en forma de satisfacciones.

El Ramón de Carranza echó anoche el telón como el teatro de los sueños de la Tacita de Plata, pensando en el año nuevo. Sueños de ascenso y gloria para un 2018 que promete vestirse de amarillo.

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