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La ovación inicial... y poco más

  • La afición aporta colorido pero acaba rendida a la dura realidad

Los jugadores se acercan a la grada de Fondo Sur al acabar el encuentro para agradecer a la afición el apoyo recibido durante el partido.

Los jugadores se acercan a la grada de Fondo Sur al acabar el encuentro para agradecer a la afición el apoyo recibido durante el partido. / jesús marín

La masa social del Cádiz tuvo que vivir ayer las dos caras de un partido. La primera, en la previa y cuando se aproxima al campo para disfrutar de otra fiesta; y la segunda, cuando empieza a ver que el juego no invita a nada positivo y que el gol del Tenerife lo confirma en forma de derrota. Las risas dieron paso a la seriedad.

Algo más de 15.000 espectadores en el recinto, con vistosidad grande en la Tribuna -casi llena- y presencia foránea en Preferencia, donde se ubicó el grupo de hinchas del cuadro insular. Un sol de justicia que evitó una lluvia que empezó a caer a las siete y cierto descontrol por el adelanto horario de la madrugada anterior.

El primer periodo dio más juego que el segundo a efectos de ambiente. De la ovación inicial, promovida por la Federación de Peñas del Cádiz (FPC), con palmas y gritos de "Cádiz, Cádiz" desde todas las gradas del campo, al cántico del himno oficioso, el de Manolo Santander, que suena a gloria aunque hayan transcurrido dos décadas desde que el autor lo regalara al equipo amarillo.

Como una tortilla que busca el dorado por las dos caras, el choque dio la vuelta... pero para peor. Silencio ante la lesión de Garrido -precisamente el día en el que tampoco estaba Abdullah- y temor ante una imagen fea que llevaba el miedo a una afición local que en algún momento lo pagó con el ex cadista Germán -hermano de Servando-, como impotencia de una derrota que llegó al final pero que la grada mascaba bastante antes.

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