cádiz CF

La imparable progresión

  • El cuadro amarillo solidifica sus cimientos con una reluciente aportación coral que le convierte en uno de los equipos más fuertes

  • Es el mejor visitante y enlaza cuatro citas sin recibir un gol

álvaro Cervera afirmó después del incontestable 0-3 en El Molinón, que ese marcador sería recordado a lo largo del tiempo. No le falta razón al entrenador del Cádiz. La victoria adquirió el grado de contundente gracias el fructífero trabajo de todo el equipo y al siempre necesario acierto en las dos áreas. Tan importante es marcar como no recibir. Si en el choque contra el Reus alcanzó la excelencia en una primera parte fantástica para diluirse tras el intermedio, frente al Sporting de Gijón prolongó su consistencia durante los noventa y tantos minutos hasta firmar, esta vez sí, el partido más completo de la temporada y uno de los mejores de los 74 que lleva el técnico en el banquillo cadista.

La pregunta que salta a la palestra es qué ha cambiado en el Cádiz para sobrevivir a una nefasta racha de ocho partidos sin ganar y meterse de lleno en una dinámica exitosa. David Barral aportó una de las claves justo después del asalto a El Molinón: las lesiones en la plantilla pasan a un segundo plano -la enfermería ya no está tan llena como antes- y la mayoría de los jugadores está a plena disposición del míster, que ahora sí tiene que darle más vueltas a la cabeza para decidir la convocatoria de turno.

El ensamblaje de las piezas es un elemento nada desdeñable. Los nuevos terminan su proceso de adaptación y rinden al máximo nivel. Mikel Villanueva empezó a ser habitual en las alineaciones, al igual que Lucas Bijker, Álex Fernández, Marcos Mauro, Carrillo... Y los que ya estaban ofrecen su mejor versión. Se nota, y mucho, la entrada de José Mari. Todos juntos forman un equipo de marcado acento competitivo, con un espíritu solidario a prueba de bomba. Qué difícil es doblegar al Cádiz cuando funciona como un bloque compacto capaz de cerrar todos los espacios hasta el extremo de reducir a cenizas las cualidades del adversario.

Si algo sabe hacer el conjunto de Cervera es explotar la fragilidad del rival. Posee esa bendita habilidad. Lo hizo en Córdoba y Lugo para después seguir en Almería ante un contrincante en apuros y lo repitió en Gijón frente a un Sporting atenazado por los nervios, extraviado sin la presencia de su faro, Sergio Álvarez, y a merced de un Cádiz mortal a la contra, con dosis de buen fútbol en determinados momentos.

Si en algo han mejorado los gaditanos es en el criterio con el balón. No viven sólo de los huecos que deja el contrario. El cuero apenas duraba antes unos segundos en su poder y ahora despliegan recursos en el movimiento de un lado a otro, sin olvidar la rapidez como arma de destrucción masiva, una de las señas de identidad acompañada de la perenne intensidad. El juego, además de veloz, se vuelve inteligente. No falta corazón y hay mucha cabeza.

El preparador cadista da con la tecla en su apuesta por el trivote. Con tres medios aumenta la solidez de un equipo que se siente cómodo con las maniobras destructivas en la centralita y el posterior manejo del esférico tras el robo. Los amarillos desactivaron por completo a los rojiblancos, que sólo inquietaron con algunas llegadas esporádicas.

Uno de los factores relevantes es el incremento del acierto en el remate. El Cádiz tenía un problema de puntería que le había impedido elevar su cuenta de puntos. Con los seis goles que marcó en los tres últimos partidos -dos al Almería, uno al Reus y los tres al Sporting- casi alcanzó los siete tantos que hizo en las 12 primeras jornadas de Liga. Una diferencia sustancial que le propulsa hacia los puestos de arriba.

Los resultados favorables elevan la autoestima a los niveles más altos. Los jugadores necesitaban un victoria para escapar del laberinto en el que se habían metido y desde que ganaron en Almería la moral subió de manera repentina. Creían en su trabajo, en el del sus superiores, pero tenían que agarrarse a un marcador positivo, el que dotó de la máxima confianza para cambiar el rumbo. El Cádiz está on fire y quiere aprovechar su buen momento para dar un estirón.

Las tres victorias consecutivas capturadas por el Cádiz en el mes de noviembre que aú está por terminar confirman el cambio de tendencia. Del pobre balance de cuatro puntos de 24 disputados en las ocho jornadas anteriores pasa un a gigantesco salto a nueve en las tres últimas citas. Un giro radical que le permite dejarse caer en los brazos de una racha positiva -cuatro duelos sin perder- que le devuelve al primer plano de la actualidad de LaLiga 1|2|3 sobre todo después del prestigioso triunfo en El Molinón que enciende la máquina de sueños ilusionantes. Una victoria de esa magnitud en el feudo de uno de los aspirantes al ascenso hace inevitable que fluyan los objetivos más ambiciosos aunque sin olvidar que antes de cualquier otro reto hay que llamar a la ventanilla de la permanencia. La salvación está ahora un poco más cerca.

Pocos podían imaginar que el Cádiz iba a volver a vencer en el estadio más antiguo de España casi medio siglo después del que había sido su único éxito y además con la contundencia con que lo hizo en el terreno de un adversario que hasta ahora no conocía la derrota como local en el torneo liguero iniciado el pasado agosto.

El demoledor 0-3, fruto de una actuación brillante, es el vivo reflejo del crecimiento de un equipo que empieza a ofrecer números que le impulsan en la clasificación, integrante del grupo de los más fuertes. Un golpetazo sobre la mesa que resuena con fuerza en todos los rincones futbolísticos de Segunda División A.

El Cádiz llama a la puerta, avisa de su inminente irrupción en la zona noble a poco que consiga mantener su producción. De momento se convierte en el mejor visitante de la categoría de plata tras el desarrollo de 15 capítulos. Ha sumado 13 puntos de los 24 dirimidos en ocho salidas, es decir, gana más de los que pierde en una demostración diáfana de progresiva solidez. Sólo el Lugo ofrece las mismas cifras.

El Cádiz es además el segundo menos goleado con sólo diez tantos en contra -un promedio de 0,6 por partido-, uno más que el Huesca, líder y revelación el campeonato. Los amarillos no han recibido un gol en los últimos cuatro encuentros e igualan la mejor racha de la era Álvaro Cervera, cuando los rivales no le hicieron ninguna diana en aquellos últimos cuatro envites de aquel impoluto play-off de ascenso -ida y vuelta frente al Racing de Santander y el Hércules-.

Pero hay más. El Cádiz ha dejado la portería a cero en nueve de los 15 partidos y es la escuadra más que partidos se queda sin recibir un gol. Otra prueba más de la rocosidad de un equipo que en las últimas semanas se afana en emitir señales positivas.

El conjunto amarillo vuelve a mirar arriba casi sin hacer ruido, con una escalada silenciosa que le ha llevado a subir siete posiciones en las semanas más recientes. Ahora es noveno y acecha la zona de play-off, que tiene a un solo punto. Se mete en la pomada con un recorrido que mejora al de la 15ª jornada de la pasada campaña. 23 puntos en la actual por los 21 que entonces atesoraba antes de la explosión. Es curioso que ahora ocupe el noveno puesto y al año pasado, con dos puntos menos, abrazara la octava plaza. La clasificación se aprieta de tal manera que entre el segundo escalón y el noveno sólo hay una distancia de tres puntos.

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