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El atrevimiento se alía con la solidez

  • El conjunto amarillo añade dosis de descaro a su recuperada consistencia en el ilusionante recorrido hacia el ascenso

  • Las dos victorias consecutivas abren la senda de una dinámica positiva

Salvi busca el balón, atrapado por el portero de la Cultural Leonesa.

Salvi busca el balón, atrapado por el portero de la Cultural Leonesa.

El Cádiz comienza la nueva Liga, la de la contienda por el ascenso tras rebasar la barrera de los 50 puntos, con un resultado positivo y unas sensaciones que desprenden un aroma similar al que le condujo a una racha impecable de nada menos que once partidos consecutivos sin perder -incluida una secuencia de siete victorias seguidas- con las que se propulsó y se consolidó en la parte alta de la clasificación, donde permanece sin pausa desde la 16ª semana del campeonato. Son ya 16 las jornadas de residencia en la sala vip, la mitad de las 31 ya tachadas en el calendario, todo un indicativo de la excelente temporada en su segundo año en la categoría de plata tras escapar de las tinieblas de la Segunda B.

La conquista del Reino de León, fortín de un rival incómodo en su feudo, permite al equipo abrir una nueva ventana hacia una buena dinámica gracias a los triunfos en las últimas dos jornadas. Es el momento de dar un paso adelante en pleno esprint hasta la meta. No hay nada como encadenar éxitos para poder aspirar a lo máximo y el Cádiz demuestra con hechos que está por la labor de escribir una página gloriosa en la historia del club. Al menos intentarlo hasta la última gota de sudor. Es cierto que esas dos victorias recientes llegaron contra conjuntos ubicados en zona de descenso -Sevilla Atlético y Cultural-, pero nadie regala los puntos, se ganan sobre el terreno de juego y los amarillos hicieron los deberes antes de enfrentarse a rivales directos en las próximas semanas. Debe medirse a siete adversarios con los que comparte el sueño de subir a Primera División.

El equipo de Álvaro Cervera vuelve a irradiar solidez. La había extraviado aunque parece recuperarla a tiempo después de superar un bache del que sale indemne. Había sumado sólo nueve puntos -de los 24 disputados- en un irregular arranque de la segunda vuelta y, aunque perdió la segunda posición, supo resistir en la zona noble, se rearma con ese par de victorias y encara los once capítulos definitivos desde la tercera, con opciones de escalar a las plazas de ascenso directo. Todo es posible mientras no desfallezca.

La buena noticia que deja la 31ª jornada de Liga es la reconciliación del Cádiz con el carácter competitivo por el que era y vuelve a ser conocido. Los partidos a domicilio se habían atragantado hasta tal extremo que era el único equipo que aún no había marcado un gol fuera de casa en 2018. Por fin llegó ese esperado tanto, obra de Álvaro García, suficiente para capturar el primer triunfo como visitante de la segunda vuelta, del todo necesario para mantener el pulso con los mejores.

El preparador cadista, Álvaro Cervera, había calificado la cita en territorio leonés como la más importante y el resultado estuvo a la altura de la relevancia. A los tres puntos que valen su peso en oro se unen las elevadas prestaciones del equipo.

El Cádiz fue a por el partido. Apenas dio concesiones a su contrincante, quiso tener el balón y buscó con ahínco la portería contraria. Esta vez no especuló con el marcador, como había hecho en anteriores compromisos como foráneo. No se dejó llevar y actuó con la osadía de los valientes, con mentalidad ganadora y un juego de equilibrio entre el ataque y la defensa. Dominó a su rival, al que no dio respiro, adelantó la línea defensiva, circuló el balón con criterio y sobre todo penetró por las bandas, con Álvaro García con un creciente protagonismo. Controló la situación aunque le costó dar en la diana hasta que aprovechó un grave error defensivo del adversario para cobrar ventaja. Exprimir los fallos de los demás es una virtud premiada con una suculenta recompensa. Mientras los amarillos sacaron rédito del error de su rival y acertaron en la definición -no perdonó el utrerano-, los leoneses no fueron capaces de sacar provecho de las facilidades de la zaga cadista para nivelar la balanza. Ahí radicó la diferencia entre un equipo y otro. Uno acertó, el otro no y los tres puntos formaron parte del equipaje en el viaje de vuelta pese a los últimos 25 minutos en el que brotaron cierta dudas.

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