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Aquel 23 de abril

  • Cervera cumple dos años en el banquillo de un conjunto amarillo al que sacó de Segunda B y al que trata de llevar a Primera

Álvaro Cervera levanta el dedo índice de una mano para dar instrucciones durante un partido del Cádiz.

Álvaro Cervera levanta el dedo índice de una mano para dar instrucciones durante un partido del Cádiz. / julio gonzález

El partido contra el Sporting de Gijón no es un partido cualquiera. Casi no es necesario explicar su relevancia más que sabida. Es una de las siete finales que le restan al Cádiz hasta el final de una larga temporada, es una importante cita contra el equipo más en forma del campeonato, es uno de los días señalados en el calendario y además es el encuentro que coincide con el segundo aniversario de la llegada de Álvaro Cervera al banquillo del Cádiz. Mañana, día 23, se cumple dos años justos del estreno oficial del técnico en un partido con el conjunto amarillo. Fue el 23 de abril de 2016 en casa con una derrota frente al Mérida con un gol de Aitor, ahora discípulo suyo en la plantilla. Tomó buena nota del onubense.

Basta con echar la vista un par de años atrás para valorar la labor de Cervera al frente del vestuario. No hacen falta elogios, es suficiente con recordar dónde estaba el Cádiz antes de su llegada y dónde está ahora 12 meses más tarde.

En estos dos intensos años, el míster no sólo rescató a Cádiz de las tinieblas de la Segunda División B, sino que además, sin un estrecho margen de transición, lo mete en la pugna por el ascenso Primera una categoría tan complicada como la de plata.

El aterrizaje de Cervera no pudo ser más forzoso ese abril de 2016, con un Cádiz enredado en una telaraña de dudas en la división de bronce, a punto de tirar por la borda la sexta tentativa consecutiva de escapar del pozo. Sólo dispuso de cuatro partidos de Liga para preparar a la plantilla para la fase de ascenso, a la que el equipo amarillo accedió como cuarto clasificado. Nunca había ascendido un cuarto en el actual formato de eliminatorias que el Cádiz de Cervera rompió moldes con aquel play-off inmaculado que recorrió con un empate inicial y cinco victorias consecutivas. Con aquel éxito en tan poco tiempo, el entrenador se metió al cadismo en el bolsillo. Desempeñó un papel decisivo con su capacidad para exprimir todo el jugo posible a una plantilla limitada que supo entender el mensaje del técnico.

Ya en Segunda División A, Cervera demostró que aquel meteórico ascenso no fue producto de la casualidad. Con el apoyo de sus ayudantes -entre ellos Roberto Perera, su mano derecha- y el compromiso de los jugadores, superó con creces las expectativas, que no pasaban más allá de la permanencia pero condujo al equipo hasta la mismas puertas de Primera, que no cruzó frenado por el Tenerife en el play-off después de una brillante quinta posición.

En la segunda temporada en la Liga 1|2|3, el técnico repite el guión y de nuevo mete al equipo en la ilusionante batalla por el ascenso, todo un lujo frente a adversarios con superior poderío económico que no se traduce sobre el césped. Cervera dota a su equipo de una consistencia elevada a la máxima expresión que le lleva a ser con diferencia el menos goleado de la Liga. Al final subirá o no, pero el hecho de estar arriba ya es un premio. Sólo hace falta retroceder a abril de 2016 par comprobarlo.

Dos años después de su debut, el regalo que quiere Cervera es una victoria contra el líder que refuerce las opciones de acceder al menos la fase de ascenso. No cabe mejor manera de celebrar el segundo aniversario.

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