Cádiz CF

TORMENTA PERPETUA

  • La relación entre Pina y Vizcaíno están tan deteriorada que llega a un punto de no retorno

La temporada arranca en el Cádiz más revuelta que nunca en el plano institucional. La relación entre Quique Pina y Manuel Vizcaíno vive su momento más delicado en lo que parece un desencuentro definitivo. La cuerda se ha tensado tanto que se ha terminado por romper y la fractura a día de hoy es total en un distanciamiento que en apariencia ha llegado a un punto de no retorno. El conflicto es un hecho innegable y amenaza con recrudecerse con el paso de las semanas. El director deportivo, Juan Carlos Cordero, no ocultaba el pasado jueves que la "guerra" entre ambos "no ha acabado". El enfrentamiento está asegurado salvo un giro de 180 grados.

La diferencia entre el pasado verano y el actual es abismal. El día y la noche. Quique Pina y Manuel Vizcaíno sellaban la paz en 2016 formalizada en un contrato que recogía la división de poderes en el club. Con el equipo ascendido a Segunda División A, dejaban atrás anteriores rencillas y hacían visible un acuerdo que suponía la entrada oficial en la entidad de Pina -poco después de salir del Granada-, que se encargaba de la parcela deportiva y Vizcaíno se quedaba con la gestión de lo que no fuera deportivo.

La temporada 2016/17 se desarrollaba con tranquilidad, al menos de cara al exterior, pero el terremoto se desataba en la transición entre una campaña y la siguiente. Pina reclamaba a Vizcaíno que le cediese la gestión deportiva integral en cumplimiento del pacto rubricado un año antes. De hecho, el club anunciaba a mediados de julio que el presidente iba a ceder el poder de la firma en la parcela deportiva al consejero delegado, pero pasaban los días, Vizcaíno se resistía a dar el paso y cuando por fin lo hizo, el pasado día 7 de este mes, ya era demasiado tarde para reconducir la situación. Pina, harto, explotaba y explicaba en este periódico que había pedido a Vizcaíno que se marchase. Le considera poco menos que un presidente okupa agarrado a un cargo que Pina le ofreció en su día mientras él estaba en el Granada.

Cuando el murciano se incorporó a club, el propio Vizcaíno presentó a Pina como dueño del Cádiz. Sin embargo, el propietario no tiene margen de maniobra porque nombró a Vizcaíno administrador único de Locos por el Balón y es el sevillano quien tiene el poder absoluto de decisión sobre esa sociedad pese a que la mitad de las acciones son de Pina. Ese es uno de los motivos de la colisión frontal.

El empresario murciano ya no se calla una y carga con dureza contra Vizcaíno, al que además de reprochar su actitud con Locos por el Balón critica su gestión como presidente del Cádiz. Hace unos días acusaba a Vizcaíno de haber bloqueado los fichajes mientras no le daba la firma, criticaba la demanda propiciada por el presidente contra los administradores concursales, censuraba su afán de protagonismo y resaltaba su falta de carisma para liderar el club. Y cuando el Trofeo Carranza se disputó sobre un césped en un pésimas condiciones, Pina echaba la culpa al presidente del estado del tapete como responsable de la gestión del mantenimiento del terreno de juego. El consejero delegado llegó a decir que Vizcaíno "gestiona algo tan importante como el césped con amigos suyos".

La retahíla de críticas no ha encontrado la respuesta pública de Vizcaíno. El presidente se ha limitado a decir que los problemas de los socios los solucionarán entre ellos y poco más. No da más explicaciones ni responde a Pina. Lo que sí demuestra es su disposición a seguir en la presidencia pese a la petición que le ha realizado quien él considera propietario del club.

Vizcaíno vive sus horas más bajas en el Cádiz con varios enfrentamientos abiertos. El primero fue con Carlos Medina, ex apoderado de Locos por el Balón. Después llevó a los tribunales a los administradores concursales y ahora mantiene un conflicto con Quique Pina, que parece dispuesto a recuperar el control de su acciones para poder decidir con libertad sobre los asuntos del club. La tranquilidad institucional es una quimera en una temporada que se presenta cargada de turbulencias.

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