LaLiga 1|2|3

Gigante amarillo en El Molinón (0-3)

  • El conjunto de Cervera aplasta al Sporting y se coloca a un punto de la zona de la fase de ascenso

Los jugadores cadistas se abrazan tras anotar Barral la sentencia.

Los jugadores cadistas se abrazan tras anotar Barral la sentencia. / LOF

El Cádiz prolongó su estado de alegría con una victoria de prestigio -la tercera consecutiva- frente al Sporting de Gijón con la que rompió la maldición que le perseguía cada vez visitaba El Molinón. El equipo amarillo se agrandó en un escenario histórico y alcanzó la perfección para abrazar un triunfo pocas veces tan justo con el que continúa con su escalada. El resultado lo dice todo. 0-3. Una goleada a domicilio en el estadio de un aspirante al ascenso refleja la brillantez de un Cádiz que lo hizo todo bien en el plano colectivo y en el individual. Con los nuevos tres puntos los gaditanos suben dos peldaños y se colocan novenos con 23 puntos, a un solo puntos de la zona de play-off.

Una semana más, Álvaro Cervera se decantó por el bloque con el que dio con la tecla para abandonar la mala racha de resultados. La única novedad fue la aparición de Mikel Villanueva en el eje de la zaga en lugar de Ivan Kecojevic, que no había entrado en la convocatoria.

Los visitantes salieron envalentonados, sin dar respiro a los locales con una presión asfixiante. La intención era clara: cuanto más lejos estuviera el balón de la portería, mejor. La primera ocasión fue de los gaditanos en el minuto 7 con un taconazo de Carrillo dentro del área a centro de Salvi que acabó en las manos de Alberto Cifuentes, que cumplió su partido número 100 con el escudo cadista. La réplica no tardó en llegar con un cabezazo desviado de Scepovic.

Los asturianos empezaron a deshacer la madeja tejida por los amarillos, se hicieron con la posesión de la pelota y atacaron por la banda de Carpio, lesionado él solo en su pierna izquierda tras un salto. El lateral derecho intentó continuar con un fuerte vendaje en la zona dañada pero fue fue imposible y a los 17 minutos tuvo que marcharse del partido. Entró Marcos Mauro, que se colocó como central y Servando pasó al costado de la defensa. No se descompuso el Cádiz, que buscó la portería contraria y la perforó justo en el ecuador de la primera parte. Un peligroso disparo de Carrillo desde la frontal, tras una meritoria dejada con el pecho de Salvi, acabó en córner tras rebotar el balón en un zaguero. José Mari sacó de esquina con maestría y Garrido, libre de marca, irrumpió con un testarazo imponente con el que introdujo el cuero por alto en el arco sportinguista. Nada pudo hacer Mariño para impedir que el torpedo del vizcaíno se colara como una exhalación en la portería en el segundo tanto consecutivo del Cádiz nacido desde el banderín después del que había firmado Carrillo contra el Reus.

El 0-1 premiaba el arrojo de un equipo crecido, dispuesto a tutear a un cuadro rojiblanco que trató de reaccionar y de hecho realizó acercamientos inquietantes, como el que protagonizó Michael Santos en el 24 con un zapatazo raso que Cifuentes repelió con el pie derecho.

Los gaditanos se organizaron con orden atrás, entregados a la causa defensiva para contener las acometidas de un rival veloz arriba. La protección del resultado no supuso una renuncia al ataque. Todo lo contrario. Salieron con soltura a la contra con la sensación de poder golpear en cualquier momento. Carrillo, en el 37, avisó con un tiro lejano que fue cerca de un poste.

Con José Mari, Garrido y Álex Fernández dueños de la zona ancha, el conjunto de Cervera supo llegar al descanso con un gol de renta poco después de que Cifuentes atrapase un flojo remate de Scepovic. La enorme pitada con la parroquia rojiblanca despidió a su equipo en el intermedio evidenció el nerviosismo de un Sporting que se estrelló contra la solidez de los andaluces.

Los locales se volcaron en ataque en la reanudación y los espacios que dejaron en su terreno fueron toda una invitación a los andaluces para que buscaran la contra. Lo intentaron una y otra vez con los puñales que son Salvi y Álvaro García. El reloj corrió a una velocidad de vértigo para los de casa y a paso de tortuga para los de Cervera, que necesitaban dar la puntilla para evitar problemas cardiacos en la recta final. Salvi a punto estuvo de marcar en el 54 con un centro chut que pasó muy cerca del larguero en una de las numerosas galopadas del sanluqueño, una pesadilla para la defensa. Una de sus internadas se tradujo en el 0-2. En el minuto 63, se coló por enésima vez por la derecha hasta la línea de fondo, centró al primer palo y allí emergió Álvaro García, en posición de killer, para anticiparse a su par y fusilar con la bota derecha.

El segundo gol terminó de hundir al Sporting y agigantó más a un Cádiz que se sintió cómodo de manera definitiva, sabedor de que la victoria estaba en el bolsillo salvo hecatombe en los últimos minutos. Tuvo alguna ocasión para ampliar la ventaja frente a un rival que apretó de forma alocada con un algún chispazo aislado, como el zurdazo de Rachid en el 75 que se marchó fuera cerca de un poste.

Barral, recibido con división de opiniones por su antigua afición -jugó seis temporadas en El Molinón-, completó la fiesta con el tercero gol en el tiempo de prolongación.

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