Reus - Cádiz

Un castigo más que merecido (1-0)

  • Un pésimo conjunto amarillo no da la talla y pierde con toda justicia después de no tirar a puerta durante 90 minutos para olvidar

Sin juego, sin gol, sin ideas, inmerso en una línea descendente que esboza un futuro cercano de bajón con todo lo que se avecina. El Cádiz se estrelló ayer contra la dura realidad. Se cayó con todo el equipo en uno de los peores partidos de la temporada. Se topó con un inspirado Reus y chocó contra sus propias limitaciones, las de un equipo incapaz de tirar a puerta durante los 90 minutos que además se descosió en defensa cuando más sólido debía estar. La nulidad en ataque y la fragilidad en la retaguardia deparó una derrota dolorosa por la forma y por el fondo. Se vio un Cádiz desconocido, muy pobre, carente de alternativas, sin empuje arriba, desactivado en las bandas pero sobre todo sobrepasado por un adversario muy superior. Cuando el cortafuegos en los costados que aplica el rival del turno es efectivo, la llama amarilla se apaga y se acaba la chispa.

Además de perder con toda justicia, mostró una absoluta falta de reacción. Una vez no supo levantarse cuando se vio por debajo y dejó un rastro de dudas sobre su aptitud para poder acabar el campeonato entre los seis primeros. De hecho, ayer cayó a la quinta plaza, rebasado por el Numancia, y hoy puede bajas a la sexta si el Zaragoza gana en Vallecas. Cuando uno se pone en manos de los demás, corre serio de peligro de sufrir un desenlace no deseado.

Los amarillos naufragaron en todas las líneas a nivel colectivo e individual. Fue el Reus el que parecía un equipo de la zona alta y el Cádiz de la baja. Los gaditanos se tomaron el día libre cuando debían dar un paso al frente y establecieron en cuatro las jornadas consecutivas sin la victoria en pleno sprint final de la temporada, cuando más hay que dar la talla. Sólo tres puntos de los últimos 12 dibujan un panorama poco halagüeño. La dinámica de resultados corre paralela a la de las prestaciones de un equipo al que hay que aplaudir el mérito de moverse en las alturas de la clasificación aunque a día de hoy, cuando hay que dar el paso esperado, le queda grande la talla de la zona de ascenso.

Los gaditanos se quedan sin sumar a expensas de lo que hagan sus rivales directos en la batalla por el ascenso. El margen sobre los perseguidores es cada vez más estrecho y el ascenso directo se convierte en una utopía. Una pena el frenazo de un equipo que se diluye en las últimas fechas.

Salvi, Brian, Dani Romera y Jona fueron las novedades de un once con un 4-4-2 en un anuncio del paso que pretendía dar Álvaro Cervera en busca de una victoria necesaria para pegarse a los rivales que mandan en cabeza. Pero una cosa es la teoría y otra bien distinta la práctica. Los amarillos arrancaron en plena siesta que prolongaron durante la tarde ante unos rojinegros que se plantaron en el área por todos los caminos posibles, sobre todo por el centro. Sólo faltó poner una alfombra roja a modo de pasillo. Eso sí, no terminaban de a poner el cuero entre los palos pero daban la sensación de que podían golpear en cualquier momento.

De los dos estilos de juego que se enfrentaron sobre el césped se impuso sin discusión el de los anfitriones, con querencia por el balón, frente al repliegue de los foráneos a la espera de una contra que apenas pudo montar porque le costó un mundo robar la bola.

El peligro rondó una y otra vez los dominios de Alberto Cifuentes. Los catalanes se adueñaron del esférico, enlazaron pases con una facilidad pasmosa e hicieron sufrir a los visitantes, que empezaron a dar señales de vida a partir del cuarto de hora, cuando apareció Dani Romera con un cabezazo fuera tras un saque de esquina. El córner -cinco en menos de media hora-, sin consecuencias a la hora de la verdad, y alguna internada aislada de Salvi fueron los únicos recursos en ataque de un Cádiz con escasos argumentos. El delantero almeriense fue el único que estuvo cerca de conectar un remate.

Poco más hizo el equipo andaluz en una primera parte en la que se vio desbordado por el caudal ofensivo de un Reus que no se fue con ventaja al descanso de milagro. Olmo tuvo el gol en sus botas en el minuto 33 dentro del área pero con todo a su favor su disparo se escapó por la línea de fondo. Casi sin respiro, el árbitro anuló un gol a los locales marcado por Lekic en fuera de juego.

Los amarillos se dedicaron en los 45 minutos iniciales a achicar balones arrastrado por la marea reusense, que desplegó más calidad y por momentos más intensidad. La suerte se alió en la primera parte con los de Cervera, a los que no les sentó nada bien jugar en la sobremesa. Lo mejor era seguir con las opciones intactas aunque con la obligación de mejorar en la reanudación.

Lejos de dar un paso al frente, como debe corresponder a un equipo que aspira al ascenso, el Cádiz siguió en modo siesta y se vio sorprendido por el Reus en el comienzo de la segunda parte. Los de López Garai salieron en modo arrollador y en el 49 se adelantaron con un gol de Lekic. La defensa cadista no basculó y Álex Carbonell penetró solo en el área, remató y Cifuentes repelió el esférico para que el balcánico empujara a puerta vacía.

El 1-0, más que merecido, abrió un nuevo partido. Cervera dio entrada a Aitor en lugar de un desaparecido Jona y a Carrillo por un Dani Romera desacertado. El onubense y Álvaro García intercambiaron posiciones entre la izquierda y la mediapunta.

Nos le quedó otro remedio a los amarillos que tomar la iniciativa, una situación en la que se siente incómodo. Se jugó a lo que quiso el cuadro catalán que hizo probar a los gaditanos su propia medicina. El Reus dio un paso atrás para protegerse y entregó la pelota a un Cádiz que no supo qué hacer con ella. Ni una ocasión que llevarse a la boca. Ni la más mínima sensación de poder rascar un empate. Ni un remate. Algún que otro centro y poco más.

Cervera se jugó la última carta de Eugeni por Garrido pero nada cambió en la recta final. Las sustituciones no surtieron efecto. Lo intentó el equipo amarillo pero sin llegar a disponer de verdaderas opciones de gol salvo un testarazo de Carrillo al larguero en el minuto 86 en una acción invalidada por fuera de juego.

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