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Permanencia y vista arriba

  • El equipo catalán se rehace de la marcha del técnico que lo ascendió y en su segundo curso en la división de plata ambiciona algo más que la salvación

Aritz López Garai (d) se estrena como entrenador en el banquillo del Reus tras colgar las botas.

Aritz López Garai (d) se estrena como entrenador en el banquillo del Reus tras colgar las botas. / reus deportiu

El Reus Deportiu afronta su segunda temporada consecutiva en la categoría de plata después de un cómodo estreno en el que consiguió la permanencia sin sobresaltos, justo en la mitad de la clasificación -11º- con un saldo de 55 puntos. El conjunto catalán se mostró como un novato solvente y en la nueva campaña se plantea seguir la huella de la anterior pero con algo más de atrevimiento. Salta al terreno de juego con el reto de certificar la salvación sin sufrimiento y el estímulo añadido de pelear por el acceso a los puestos que dan derecho a disputar los play-off de ascenso.

En un municipio de algo más de 100.000 habitantes entregado históricamente al hockey sobre patines, el balompié encuentra su espacio gracias al constante crecimiento de un club que vive su mejor momento bajo el paraguas de la Liga de Fútbol Profesional. Encaraba la nueva campaña con el temor a volar sin el piloto que elevó a la entidad hasta la cota más alto de su centenaria historia. Natxo González, el entrenador del ascenso y del notable recorrido en el año del debut, buscó nuevos estímulos en el Real Zaragoza, pero el Reus supo reinventarse con un hombre de la casa. Aritz López Garai, la extensión de Naxto González en el césped y, por tanto, uno de los protagonistas tanto del ascenso como de la buena primera campaña en LaLiga 1|2|3, colgó las botas y pasó directamente del terreno de juego a la dirección del banquillo.

El heredero del vestuario ha dado con la tecla y prolonga las buenas prestaciones del último ejercicio hasta el extremo de que el Reus se mueve en la zona media alta de la tabla, próximo a la sala noble. A diferencia del sistema empleado por su antecesor, un 4-2-3-1, López Garai empezó con un ofensivo 4-3-3 que no tardó en transformar en un 4-1-4-1, con la intensidad por bandera y la verticalidad como principal cualidad en ataque.

El equipo ganxet, con la piezas nuevas encajadas en el engranaje, se gana la fama de adversario incómodo, difícil de superar, en la línea del curso pasado que establece como un bucle. Lo demuestra con hechos. Ha perdido sólo dos partidos (3-0 en el terreno del Oviedo en la tercera jornada y 0-2 en casa frente al Rayo Vallecano en el décimo capítulo) y si por algo se caracteriza es por imantada relación con los empates. Lleva siete, el rey de las igualadas junto con otros cuatro equipos.

El cuadro tarraconese no varía la hoja de ruta después de apuntalar la plantilla con diez caras nuevas: el portero Roberto Santamaría, los defensas Álex Menéndez y Pablo Íñiguez, los centrocampistas Borja Fernández, Gus Ledes, Juan Cámara y Juan Domínguez y Tito, y los delanteros Álex Carbonell y Lekic. Continúa en el plantel el ex cadista Migue García. El club catalán dispone del segundo tope salarial de la plantilla más bajo de Segunda A, 4,5 millones de euros, 1,7 millones menos que el Cádiz (6,2), pero a la hora de la verdad las fuerzas se igualan cuando el balón empieza a rodar.

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