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Misión colectiva

  • La escuadra amarilla, con hambre de victoria, afronta el desafío de dejar la portería a cero en el próximo encuentro después de haber recibido un gol en cada uno de los partidos de las últimas cinco jornadas

Los jugadores del Cádiz trasladan una portería durante un entrenamiento en la Ciudad Deportiva de El Rosal.

Los jugadores del Cádiz trasladan una portería durante un entrenamiento en la Ciudad Deportiva de El Rosal. / FITO CARRETO

El cumplimiento del ilusionante objetivo de la disputa de la fase de ascenso que el Cádiz se ha metido entre ceja y ceja tras asegurar la permanencia el pasado mes de marzo va unido de manera indisoluble al necesario matrimonio con la victoria. No habrá play-off para los gaditanos sin el imprescindible retorno a la senda del triunfo. Cuanto antes, mejor. En el vestuario son conscientes de ello y están convencidos de que no tardarán en volver a sumar de tres en tres. Es el renovado reto de cada fin de semana.

El equipo amarillo encadena cuatro jornadas consecutivas sin pronunciar el verbo ganar pero lo importante es que, pese a ese pequeño bache de resultados, aguanta el tirón con entereza y continúa empadronado en la zona noble de la tabla -acumula 18 capítulos enlazados en la parte alta, más de la mitad del campeonato-. El pírrico balance de los tres puntos capturados de los últimos 12 disputados no supone un obstáculo para conservar un lugar arriba, aunque sí es un serio aviso. La estancia en la cima no es eterna si la cosecha no experimenta un mayor incremento en fechas venideras. Quedan ocho finales.

Los gaditanos nunca han recibido gol tantas jornadas seguidas en toda la temporada

La evolución del Cádiz circula pausada aunque tampoco pierde -tres empates en las citas más recientes- y esquivar la derrota evita la inmersión en una dinámica del todo negativa. Parece indestructible mientras la clasificación se aprieta y el margen de error queda reducido a la mínima expresión.

El conjunto gaditano se afana en la persistente búsqueda de la tecla adecuada que le permita esbozar de nuevo la sonrisa de oreja a oreja que conlleva toda victoria. Su ambición ilimitada le conduce a trabajar sin tregua en pos del aumento de sus prestaciones en el sprint definitivo de la Liga, cuando hay que estar más fino. Siempre se puede mejorar y en ello están cuerpo técnico y jugadores. Una de las tareas perentorias es volver a dejar la portería a cero, una misión que atañe a todos los jugadores, no sólo corresponde al guardameta. En el sistema implantado por el entrenador la destrucción del juego del adversario es una labor repartida entre los once futbolistas que están sobre el césped.

En envites tan igualados, en los que cualquier detalle minúsculo es firme candidato a adquirir la etiqueta de trascendente, dejar el casillero del rival a cero puede llegar a ser determinante. Si el Cádiz lo hubiese conseguido en alguno de los últimos tres compromisos, resueltos con idéntico marcador de empate a uno, su actual ventaja de dos puntos sobre el séptimo sería aún mayor y además habitaría en alguna posición más elevada de la quinta que ahora ocupa.

La necesidad de cerrar el arco obedece a una cifra reveladora que aparece por primera vez en la temporada. El equipo amarillo recibió un gol en cada uno de los últimos cinco partidos: contra Girona, Tenerife, UCAM Murcia, Lugo y Huesca. Nunca había encadenado tantas jornadas continuadas sin dejar a portería a cero el conjunto de Cervera, que sin llegar a extraviar la solidez defensiva sí recibe goles fruto de errores aislados que a la postre se traducen en la pérdida de puntos. Un penalti en Huesca, un córner mal defendido ante el Lugo, una zona mal tapada frente al Tenerife...

Los despistes se pagan caros en la recta final del curso, cuando la concentración debe ser alcanzar el máximo grado. El desafío es mayúscúlo porque el rival inmediato es el Levante, el segundo máximo anotador de la categoría de plata con un saldo de 48 dianas -un promedio de 1,4 tantos por encuentro- que además cuenta con Roger, que lidera la lista de goleadores con 20chícharos.

El tanto marcado por el cuadro catalán en Montilivi resultó inocuo porque los amarillos antes había hecho dos y ganaron. Es la última victoria hasta la fecha. Los problemas llegaron en los siguientes duelos, en los que los hombres de Álvaro Cervera no lograron generar demasiado peligro en el área contraria. Se quedaron a cero ante los chicharreros -derrota por 0-1- y ante universitarios, gallegos y aragoneses respondieron con un tanto que fue suficiente para arañar un punto en cada una de esas citas.

Cinco jornadas seguidas con un gol en contra de manera constante ponen cuesta arriba el reto de la fase de ascenso. A lo máximo que habían llegado los inquilinos del Ramón de Carranza era a cuatro encuentros con al menos un tanto recibido entre las jornadas 17ª y 20ª, pero compensaron esa debilidad defensiva transitoria con su mejor racha goleadora. Contra Córdoba, Sevilla Atlético, Elche y Real Valladolid recibieron cinco goles aunque marcaron el doble (10) y ganaron tres partidos con los que sumaron nueve puntos de esos 12 posibles.

La solución en el presente para regresar de modo inaplazable al itinerario de la victoria ofrece una doble vía. Una, marcar más de un gol en el caso de no poder poner freno al goteo de goles en contra. Dos, no recibir un tanto y desde ese punto de partida disponer de más posibilidades de éxito. La segunda opción parece más factible a día de hoy porque el Cádiz no fabrica demasiadas ocasiones en los últimos tiempos.

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