laliga 1,2,3

Festival de desaciertos (0-0)

  • El equipo amarillo falla múltiples ocasiones en un mal partido ante un rival con pie y medio en Segunda B

El Cádiz desplegó toda una exhibición de desacierto y no fue capaz de batir a un equipo casi descendido como el Lorca que concedió una y mil oportunidades, todas falladas por un conjunto amarillo más enemistado que nunca con el gol. Pocas veces habrá tenido tantas ocasiones delante del portero, todas resueltas de manera defectuosa. Jona, Álvaro García, Salvi, Dani Romera... Ninguno tuvo la mínima puntería para marcar en una posición ventajosa y el Cádiz dejó escapar dos puntos que además de impedir que llegue a los 50, supone un freno en sus ambiciosas aspiraciones. El ascenso se empieza a escapar con puntos como los que vuelan de un Carranza que pierde su condición de fortín.

Álvaro Cervera revolucionó el once con cinco novedades en relación al partido anterior, incluida la de Mikel Villanueva en el lateral izquierdo. Se notó que no es lugar natural de central. Si ya sorprendió al dejar fuera de la convocatoria a Carpio y Lucas Bijker, el técnico dio una vuelta de tuerca más al sacar de la alineación a Garrido, el escudero de la medular, y apostar por un equipo de corte más ofensivo frente a uno de los adversarios más débiles de la categoría. Para ello prescindió del trivote y ubicó a Alberto Perea de mediapunta.

No se notó la abismal diferencia clasificatoria en un arranque equilibrado, con más aproximaciones de los visitantes. En el minuto 2, un centro chut envenenado de Dani Ojeda obligó a Alberto Cifuentes a estirarse al máximo para evitar que el balón entrase en la portería.

Los locales cayeron en las redes de la intermitencia. De pronto enlazaban pases y llegaban al área que se veían sorprendidos por un rival que, pese a desplegar una defensa con cinco hombres, mostró argumentos en ataque, como el disparo de Brown que repelió Cifuentes. Para entonces ya habían avisado los amarillos en tres ocasiones. La aparición de Álvaro García fue el amanecer del Cádiz. Suyo fue el centro que Jona remató fuera y suyas fueron las irrupciones por el centro -a veces intercambió posiciones con Perea- que no acabaron en gol de milagro.

Los anfitriones se hicieron con el mando de las operaciones pero sin la suficiente clarividencia como para alterar el marcador. Y encima regalaron alguna que otra contra a los lorquinos, como un saque de esquina a favor, mediada la primera parte, en el que el esférico ni siquiera entró en el área y la jugada acabó con una rápida acción de los visitantes culminada con un peligroso zapatazo de Brown que no se convirtió en el 0-1 gracias a la acertada intervención de Cifuentes, una vez más en labores de apagafuegos.Aquella jugada hizo que Cervera saltase como un resorte del banquillo a modo de enfado. No le gusta nada que su equipo haga ese tipo de concesiones.

El asedio no sirvió para derribar la muralla. Dorronsoro abortó un par de llegadas y después de una parada a disparo lejano de Álex Fernández a la media hora la llama de los gaditanos se apagó. Demasiados errores en el control y en el pase, atrapados por la sombra de la precipitación. Pese a la falta de fluidez, llegaron dos ocasiones clarísimas cuando el descanso llamaba a la puerta, ambas con protagonismo de Jona. El malagueño se quedó solo con el balón lejos de la porteróa pero le faltó velocidad para plantarse delante del cancerbero y Nasuti impidió el tiro ya dentro del área. Casi sin respiro, en la siguiente aproximación, sí consiguió rematar solo ante el portero, que repelió el cuero antes de que Álvaro García mandara alto en el rechace.

El Cádiz, con un juego a ráfagas, no terminaba de ver puerta a falta de los 45 minutos definitivos en una nueva demostración de sus problemas en la definición.

Los amarillos salieron del vestuario dispuestos a resolver lo antes posible, pero entre los fallos en la asociación y el control, los pocos recursos y el acierto de Dorronsoro, el partido tomó derroteros nada halagüeños para un equipo atascado, que veía el marco contrario como el tamaño de una portería de hockey sobre patines. El arquero escupió con una mano un zurdazo raso de Álvaro García (en el 49), Salvi no logró cabecear solo en la línea del área pequeña, con todo a su favor (en el 52) y Álvaro García, también solo ante el portero y con tiempo para pensar, se inventó una vaselina que no dio en la diana (en el 57).

El recital de desaciertos llevó a Cervera a dar entrada a Dani Romera en lugar de un desdibujado Alberto Perea. Los locales afrontaron la última media hora con dos delanteros, con un toque a rebato. El almeriense se unió al club de los errores y en el 66, solo ante Dorronsoro, se empeñó en regatear en lugar de tirar y el portero despejó la pelota. Álvaro García repitió el error de su compañero en el minuto 73 en el mano a mano con el portero. En lugar de tirar, intentó regatear y se topó con un inspirado Dorronsoro. Sin tirar es imposible marcar.

No había manera de abrir la lata y el paso del tiempo no hizo sino acrecentar los nervios de un equipo todo corazón pero nada más. Nulo en el remate y cada jugador con la guerra por su cuenta en una señal de desesperación.

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