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Golpe de autoridad con giro camaleónico (1-2)

  • El conjunto gaditano, con un novedoso 5-3-2, se mete de lleno en la batalla del ascenso con un triunfo de prestigio forjado en una brillante primera parte

El Cádiz se sube al tren de la batalla por el ascenso y lo hace a lo grande, con un auténtico golpe de autoridad que le hace acreedor de ser considerado firme candidato. Ningún equipo había cometido la osadía de ganar esta temporada en Montilivi hasta que llegó el Cádiz, dispuesto a sufrir hasta el límite para engrandecer aún más su victoria contra el Girona fraguada en una excelente primera parte antes de aguantar el tipo en la segunda. Los visitantes mandaban 0-2 al descanso gracias a los goles de Ortuño y Álvaro García en los 20 minutos iniciales y tras el intermedio vivieron peligrosamente de las rentas pero salieron por la puerta grande y ya pueden decir a boca llena que el ascenso es el nuevo objetivo una vez atada la permanencia.

El Cádiz llega a los 50 puntos y ya se quita la careta. Se acabó hablar de algo que no sea la lucha por subir a Primera. El sueño no sólo se mantiene intacto sino que se refuerza. Y si tiene mérito asaltar Montilivi, más aún con un experimento que salió redondo como refleja el resultado.

Álvaro Cervera sorprendió con un sistema inédito desde que ocupa el banquillo del Cádiz. Apostó por un 5-3-2 -convertido en un 3-5-2 en ataque- con el que trató de desactivar el entramado ofensivo del Girona. Colocó a Carpio de central junto a Aridane y Sankaré, ubicó a Iván Malón en el lateral derecho -su primera titularidad- y recurrió al trivote con José Mari, Abdullah y Garrido, mientras que Álvaro García acompañó a Alfredo Ortuño en punta.

El técnico había avisado de que era el momento de hacer algo distinto y vaya que si lo hizo. El giro no pudo ser más radical. Nadie podía imaginar un planteamiento a priori más conservador en el que renunciaba a la velocidad por las bandas, cuando si por algo se caracteriza el Cádiz es por la rapidez en los costados. El novedoso dibujo táctico, a modo camaleónico, a juego con el verde que ayer lucieron los gaditanos, surtió un efecto exitoso en el comienzo más contundente de la temporada. Como si empleasen ese sistema cada fin de semana. Pillaron desprevenido al rival y en un abrir y cerrar de ojos se vieron con un 0-2 que premió el excelente trabajo en bloque. En el minuto 16, Ortuño controló el balón en la frontal del área y soltó un zurdazo que se coló en la portería tras tocar la pelota en el poste. Un golazo que el delantero no celebró en señal de respeto a la que en su día fue su afición. El murciano puso fin a su sequía de cinco partidos seguidos sin macar con una diana que no podía ser más oportuna.

Ahí no quedó la cosa. Cuando los locales trataban de reponerse de ese tanto, el Cádiz volvió a golpear cuatro minutos después. José Mari sirvió en profundidad a Álvaro García, que salió en posición correcta y se plantó solo delante de Rene, al que batió con un un remate cruzado. El utrerano, como hizo en Ferrol y en Santander en la fase de ascenso, ganó por velocidad a los centrales y no perdonó en el mano a mano. El inapelable 0-2 en 20 minutos reflejó la solidez de un equipo que apenas sufrió ante un cuadro catalán noqueado, sin capacidad de respuesta.

Los visitantes supieron conservar el preciado tesoro con orden salvo en contadas ocasiones, que propiciaron algunas llegadas de los rojiblancos aunque sin llegar a meter miedo. Un error en la defensa de un saque de esquina (minuto 40) provocó el testarazo de Juanpe que Cifuentes desvió con seguridad poco antes de atrapar un lanzamiento inocente de Longo.

Los hombres de Cervera, con semejante renta holgada, no se prodigaron demasiado arriba. Un disparo fuera de Ortuño y poco más, aunque el Cádiz completó una brillante tarea en la primera parte y se marchó el descanso con un botín que debía cuidar en la segunda para culminar la gesta.

El arranque de la reanudación se ciñó al guión previsto. El Girona -con Borja García sobre el césped en lugar de Granell- apretó en busca de un gol tempranero ante un Cádiz pertrechado en su terreno afanado en labores de destrucción. Los visitantes apenas pasaron de su campo, se echaron demasiado atrás y el balón duraba unos segundos en su poder fruto de la presión de los catalanes.

El meta gerundense ataja una pelota. El meta gerundense ataja una pelota.

El meta gerundense ataja una pelota. / LOF

Los amarillos empezaron a sufrir de verdad. Entregaron el esférico a un Girona que se mostró como el equipo arrollador que le ha llevado hasta el segundo puesto. Sandaza cabeceó al poste -minuto 56- en el aviso más serio de los gerundenses, que acechaban una y otra vez el área.

El Cádiz mandaba en el marcador pero perdía la brújula. Sólo Álvaro García fue capaz de llegar al área contraria, pero sin conseguir golpear la pelota. Los locales seguían erre que erre y Borja García volvía a mandar el cuero al poste en el 63, ya con Rubén Cruz sobre el césped en lugar de Abdullah. El Cádiz se encogió y el Girona, volcado, acortó distancias en el 65 merced a una chilena de Longo al recoger un rechace dentro del área. Los de Pablo Machín se rearmaron de moral y los de Cervera se encomendaron única y exclusivamente a defender el resultado, que seguía siendo oro puro. Cervera apuntaló la zaga en al recta final con Servando y puso aire fresco en la banda con Nico Hidalgo. Quedaba el último sprint, el más difícil. Sin oler el balón, pero con el máximo esfuerzo.

Con el Girona a la desesperada arriba, el Cádiz tampoco supo sentenciar a la contra. Entre Álvaro García y Nico Hidalgo no remataron y perdieron una ocasión clarísima. Tampoco acertó Rubén Cruz en la prolongación. Daba igual. El triunfo estaba en el bolsillo.

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