Cádiz CF

Aprendizaje

  • La derrota que corta la racha positiva sirve para recordar que el equipo, lejos de ser invencible, ofrece como cara negativa su incapacidad a la hora de responder ante una desventaja

Salvi intenta hacerse con el control del balón mientras sufre el estrecho marcaje de un jugador del Alcorcón.

Salvi intenta hacerse con el control del balón mientras sufre el estrecho marcaje de un jugador del Alcorcón.

Tarde o temprano tenía que llegar. La derrota forma parte del engranaje de la competición y el Cádiz, por más que se empeñó en esquivarla, estaba destinado a encontrarse con ella cara a cara y tropezó con la realidad justo tres meses después de la última que había cosechado. Fue un aniversario envenenado. Entre la última y la penúltima, nada menos que once encuentros consecutivos sin perder, con nueve victorias, dos empates y un balance numérico de 29 puntos de 33 posibles, 18 goles a favor y sólo dos en contra. Una racha para sacarse el sombrero que cuando llega su fin tampoco es para tirarse de los pelos. Detrás hay un recorrido impecable que lo sigue siendo pese a que ahora tocar asimilar el lado más amargo después de tanta alegría continuada. La felicidad no es permanente. Va y viene y ahora es el momento de buscarla de nuevo. No llega sola, hay que pelear por ella.

La digestión de la derrota sufrida en Alcorcón no  es tan pesada por el hecho de perder que por la forma en que se produjo. El cómo ensombrece al qué. Aunque en el deporte profesional lo que cuenta es el resultado, en este caso casi importa más la pobre imagen que el conjunto de Álvaro Cervera ofreció en Santo Domingo en su primera cita mañanera de la temporada. Qué mal se le dio el madrugón a un Cádiz que cuando pierde lo hace sin paliativos, con su versión más inconsistente para que no haya la más mínima duda de que merece el castigo.

Las cinco derrotas que acumula en 23 jornadas de Liga estuvieron cortadas por el mismo patrón. El adversario se adelanta en el marcador y el equipo amarillo es incapaz de reaccionar. Cuando tiene que llevar la iniciativa se ahoga, no halla la fórmula para responder y se vuelve un equipo simplón que no es capaz de crear peligro. Contra los madrileños se repitió la historia, ya lejana, que había padecido en Huesca, Lorca y Oviedo, donde apenas creó ocasiones ante rivales que emplearon las mismas armas del Cádiz y se cerraron con orden para no dejar espacios a un equipo que sin pasillos en las bandas y sin velocidad acaba atrapado por su propia ineficacia.

La balanza de los partidos se inclina en función de quien marque primero. Si el que cobra ventaja en primer lugar es el equipo amarillo, la victoria está garantizada. El único encuentro que no ganó cuando se puso por delante fue frente a la Cultural Leonesa, cuando dilapidó una renta de dos tantos. Sólo en dos de las 12 victorias recibió un gol: en el estadio del Córdoba (1-2) y en casa contra el Barcelona B (3-1). Las diez restantes dejó a sus rivales a cero.

Si en cambio el que golpea primero es el contrario, la derrota es el denominador común en todos los casos. Siempre que el oponente marca con antelación el Cádiz no hace un solo gol enjaulado en su parálisis. En todas las derrotas se quedó a cero (1-0 contra el Oviedo, Huesca y Alcorcón y 3-0 en Lorca) y sólo contra el Osasuna (0-2), el único partido perdido en casa, no dio la impresión tan negativa de los otros varapalos en un duelo condicionado por los tres penaltis fallados por los gaditanos todavía con empate a cero (uno Aitor y dos David Barral).

La duda que surge es si el revés matutino en tierras madrileñas se ciñe a un mero accidente o hay algo más. La resolución de la incógnita comenzará a partir del siguiente envite -contra el Lugo el próximo sábado en el estadio Carranza-. Mientras tanto aún resuenan las declaraciones que el entrenador, Álvaro Cervera, muy crítico con sus jugadores. "Al equipo le faltó todo porque no estuvimos en el campo". Muy duro se mostró el técnico, que se ciñó al esfuerzo como el único elemento que puede conducir a la victoria: "El Cádiz es una cosa muy concreta: pelea y lucha y no podemos pensar que con otras cosas podemos ganar".

No tuvo desperdició la intervención de Cervera minutos después del varapalo en Alcorcón, quizás todavía escocido por lo que había visto sobre el césped. "En ningún momento estuvimos preparados para poder ganar", aseguró antes de reconocer que está preocupado porque en los últimos tres partidos el Cádiz "no fue mejor que el contrario". Pero dijo más: "Así el Cádiz no puede jugar".

La pregunta que surge es si el preparador cadista vio falta de actitud en sus jugadores. "Lo primero que ponemos en el campo es entrega", afirmó. ¿Lo dijo como añadido a las palabras anteriores, cuando indicó que al equipo le faltó todo?

La cuestión es que el entrenador no está nada contento. "Esta no es la dinámica. La dinámica la tengo que imponer yo, que soy el entrenador", apuntó antes de hacer autocrítica, que no faltó. "Si alguien se está equivocando imagino que soy yo, pondré las medidas para que no sea así".

Al final el fútbol es una mezcla de aciertos y errores. Los amarillos se habían acostumbrado a exprimir el verbo vencer gracias a su eficiencia en las dos áreas, unidas a los fallos de los contrincantes. Los errores penalizan y en cuanto cometió una cantada digna de Eurovisión el rival no perdonó. 

Cuerpo técnico y futbolistas tienen trabajo por delante para revertir la situación y evitar que vaya a más. El Cádiz continúa, pese a todo, en un lugar privilegiado, en una segunda posición que está obligado a defender con uñas y dientes. Está ahí arriba, con las opciones intactas de hacer algo grande. No hay que hacer un drama de la derrota, sino remangarse, mejorar y salir a por todas el próximo partido.

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