Oportunidad

Una puerta abierta al mundo laboral

  • Juan Diego Castellón Puerta tuvo que dejar su kiosco de San José debido a la crisis y gracias al Plan de Empleo de Cruz Roja ha aprendido un oficio y conseguido otra experiencia de trabajo

Diego, en la carnicería Cauto de la calle Hospital de Mujeres.

Diego, en la carnicería Cauto de la calle Hospital de Mujeres. / Jesús Marín

A sus 47 años, Diego ha recuperado la esperanza. La crisis le hizo cerrar su kiosco a principios de 2016 y con su edad, le era muy difícil encontrar trabajo. Pero gracias a Cruz Roja le han dado una oportunidad en una carnicería, en la que ha aprendido un oficio, y cree que con esta experiencia, se le ha abierto una puerta en el terreno laboral.

Juan Diego Castellón Puerta ha regentado durante 25 años el kiosco de la plaza de San José, esquina con María Auxiliadora. Allí vendía prensa y golosinas, "pero con la crisis, fue decayendo la venta de la prensa. La gente mayor del barrio, que era la que la compraba, fue falleciendo y las nuevas generaciones no compraban tanto el periódico. También fue decayendo la venta de golosinas y empecé a buscar juguetes y cosas que les gustaban a los niños. Pero sacaba lo justo para vivir y viendo que la cosa iba cada vez peor, decidí cerrar el kiosco y emprender otro camino", relata.

Tras dejar su negocio, empezó a echar curriculum con ayuda de orientadoras laborales, pero no tuvo suerte. Entonces, recurrió a Cruz Roja. "Les conté mi caso: que me había quedado sin nada y no podía optar a ninguna ayuda porque siempre había sido autónomo. Vivo en una casa de alquiler con mi mujer, que también está en paro, y mis dos hijas, y no podía continuar sin recibir ingresos".

En Cruz Roja le incluyeron en el proyecto denominado Itinerarios Integrales con personas de Difícil Inserción, dentro del Plan de Empleo. "Como no tenía estudios, me apuntaron a cursos de formación y aprendí algo de inglés, informática, a hacer curriculum, a buscar empleo..., y venían empresas a explicar el trabajo que se hace en sus negocios", manifiesta Diego.

Dentro de este proyecto, se realizan cursos de capacidad -en el caso de Diego, fue de carnicero- que se completan con prácticas laborales en las empresas colaboradoras.

Diego hizo sus prácticas en Cauto, que le contrató hace tres meses para trabajar como ayudante de carnicería en la tienda de la calle Hospital de Mujeres. Cuenta que allí "corto el pollo, elaboro distintos productos como hamburguesas, empanadas y albóndigas, entre otros muchos. Mi misión es ir reponiendo, ordenando y tener todo limpio". Asegura que está muy contento con sus compañeros, y muy agradecido a la empresa que le ha dado trabajo "porque he echado muchos curriculum y ha sido la única que me ha dado la oportunidad". El contrato se le termina ahora, pero dice que "al menos, he adquirido una experiencia que me puede abrir otras puertas".

También está muy agradecido a Cruz Roja, a todas las personas que le han ayudado y a las que le atienden, porque él sigue siendo usuario de esta organización, ya que su sueldo es pequeño y su mujer está en paro. "Algunas veces trabaja por horas en casas, pero con eso no nos llega para sobrevivir". Su objetivo es "encontrar un buen empleo, poder sustentar a mi familia y llevar una vida normal".

Diego cuenta que en todo este proceso lo ha pasado muy mal, porque el hecho de no poder llevar dinero a casa para sus niñas le afectó mucho al ánimo. Además, se encontró que mucha gente le dio la espalda, y eso le dolió. Pero también hubo otra que le ayudó: "Estoy muy agradecido a Cáritas, a los vecinos de la zona de San José y a los trabajadores de la Delegación de Salud, que me traían comida", comenta emocionado. Se siente muy orgulloso de los años que estuvo en el kiosco y dice que le dio pena dejarlo porque le gustaba tratar con el público, "pero no podía seguir".

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