Levantera

El rap y la potencia de los directos resuelven la noche en Costa Ballena

  • Alrumbo cierra con buen nivel una segunda jornada empañada por algunos fallos en la organización

La séptima edición de Alrumbo vio amanecer ayer con el electrohouse de Zomboy. Un amanecer perezoso, que dio paso a una jornada en la que los asistentes aguardaban la próxima sesión resguardados en sus tiendas de campaña o refrescándose en la playa colindante. La resaca de la jornada inaugural se hacía sentir aún a media tarde, con un calor intenso que hacía pensar que la asistencia a los conciertos podría resentirse. El escenario de Cruzcampo, por ejemplo, ofrecía hasta el comienzo de la noche un aspecto desértico que los asistentes esperaban repuntara con la actuación de Bebe, que acudía al festival para presentar su Cambio de piel.

La noche del jueves había cumplido las expectativas de los organizadores, en una citas que reunieron el aplauso de unas 40.000 personas en los cuatro escenarios con los que cuenta el festival.

Bomba Estéreo, el grupo colombiano de reagge caribeño, fue el primero en hacer efecto llamada, con el torbellino de voz de su vocalista arrastrando al público desde la arena de la playa hasta el escenario principal.

La jornada del viernes comenzó con las letras ácidas del rapero sevillano Shotta, famoso por sus sátiras contra la Iglesia o la Policía. El rap siguió siendo el protagonista de la jornada de la mano de De La Soul: uno de los nombres más esperados del cartel de ayer. Surgidos en Long Island en 1989, justo cuando el fenómeno hip hop comenzaba a ser algo que traspabasaba las líneas de las grandes ciudades norteamericanas, el trío se las ha arreglado para seguir siendo un referente. Una condición que demostraron anoche sobre el escenario de Costa Ballena, adonde llegaron semanas antes del lanzamiento de su nuevo trabajo: And the Anonymous Nobody.

Y más rap, y más viento, y más golpes en forma de palabra. Violadores del verso tomaron la vez en un concierto que marca su única actuación en España este año y con el que la formación celebró el décimo aniversario de Vivir para contarlo, el trabajo que hizo que los zaragozanos pasaran de nivel, vendiendo más de 60.000 copias y convirtiéndose en un referente para propios y ajenos de las letras contestatarias.

La banda más importante del indie español, y uno de los nombres clave de esta edición, hacía su aparición en el Thunder Bitch pasadas las diez de la noche. Vetusta Morla repasó los temas más recientes de su trayectoria confirmando un directo potentísimo, que supera con creces a lo que podemos escuchar en cualquiera de sus grabaciones de estudio -tal vez conscientes de esto, su último trabajo, 15151, es un disco doble que recoge el multitudinario concierto que la formación dio en el año pasado en el Barclaycard Centre de Madrid- . Sobre el escenario, más que inevitable, la presencia de Pucho, el vocalista, es absoluta. Enérgico, casi histriónico, de corte expresionista, es el transmisor perfecto de una cuidada puesta en escena que, el grupo sabe, ha terminado siendo su principal seña de calidad.

El Canijo de Jerez -que ofreció el jueves, en compañía de una banda en excelente estado de gracia, uno de los conciertos a recordar de esta séptima edición- aseguró anoche su corona de la mano de su compañero Juanito Makandé, envolviendo ambos al público asistente en una primera (y letal) dosis de Estricnina. Como ocurre en el caso de los madrileños, el duende garrapatero, los duendes garrapateros, han demostrado de sobra que su mayor encanto reside sin duda en la fuerza y, en este caso, naturalidad de sus directos.

Si musicalmente, artistas y desempeño se están mostrando impecables, la cita del verano en Costa Ballena sí se está resintiendo, sin embargo, a nivel de infraestructura. Tanto el jueves como ayer, viernes, las duchas se quedaron sin agua en la hora punta, teniendo que recurrir al abastecimiento con camiones cisterna y dificultando, además, la asistencia a los primeros conciertos. Entre los asistentes, se repiten las quejas de que la organización en la zona de acampada es muy de "campamento de refugiados": hay demasiadas trabas para entrar y salir de la zona acotada para el festival en lo referente a seguridad (cacheos dobles, de personal de seguridad y Guardia Civil en la puerta principal). Los vecinos de Costa Ballena se quejan del ruido y la aglomeración provocados por el encuentro, aunque dentro de las instalaciones se cuenta con un numeroso personal de limpieza. Durante la noche del jueves, en varias ocasiones, personal sanitario y ambulancias tuvieron que asistir intoxicaciones por exceso de alcohol y mareos.

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