CRÓNICAS CIUDADANAS

Algo más que piedras

  • La concienciación sobre el valor de nuestra historia debe ir más allá de la clase política de la ciudad

Columnas abandonadas de la Catedral Vieja.

Columnas abandonadas de la Catedral Vieja. / joaquín pino

El partido de fútbol del pasado lunes entre el Cádiz y el Zaragoza atrajo a más público que el que ha participado en las rutas organizadas por la Asociación para la Difusión e Investigación del Patrimonio (ADIP) en sus cuatro años de existencia, que ahora cumple. No obstante, teniendo en cuenta el escaso interés que para una buena parte de los gaditanos tiene la historia de su propia ciudad, valoremos como una cifra muy positiva estas 7.000 personas que han acudido a estas actividades.

Es cierto que para muchos es una cuestión de piedras. Lugar ideal para plasmar una pintada (habituales, por ejemplo, en la villa romana de Varela) o para que los perros hagan sus necesidades (pasa a diario en el jardín arqueológico allí mismo). Para eso sirven tantas piedras, piensan.

Hay zonas donde el vandalismo campa a sus anchas, como en el jardín de VarelaEs loable el trabajo que realizan colectivos de ciudadanos a la hora de defender la historia

Son unos cuantos los que lamentan el abandono del castillo de San Sebastián, aunque sean muchos los que lo han visitado hasta su cierre. Y de ellos, ¿cuántos habrán mirado con ojo crítico el estado de abandono de un equipamiento que en cualquier otra ciudad sería una joya bien mimada?

Porque a pesar de nuestros 3.000 años de historia, Cádiz va con mucho retraso a la hora de saber mantener y aprovechar su patrimonio en comparación con otras ciudades españolas. En las últimas décadas se han dejado perder edificios con gran valor artístico e histórico y, a la vez, se han tomado decisiones erróneas a la hora de reordenar y recuperar parte de estos inmuebles.

No por repetido en numerosas ocasiones en estas páginas, nos cansamos de lamentar el abandono en el que se encuentra el castillo de San Sebastián, el desaprovechamiento del frente de las Puertas de Tierra, con un enjambre de museos, oficinas administrativas, peñas privadas y, sobre todo, bóvedas vacías (aquí esperamos expectantes el plan que diseña el actual Ayuntamiento, que esperemos no vuelva a caer en la tendencia de llenar espacios públicos con cualquier cosa, aunque no peguen ni con cola), los museos que no se amplían ante la dejación del Ministerio de Cultura y la Junta de Andalucía (¿qué habría pasado si el Museo de la plaza de Mina hubiera estado en otra capital con más fuste o más capacidad de presión?), las casas palacio cerradas al público o abandonadas, los templos (muchos restaurados con dinero público) cerrados la mayor parte de la jornada. O peor, la ausencia de un plan cultural y de promoción de todos los espacios arqueológicos que hoy andan cada uno por su lado ya sean gestionados por la Junta o por el Ayuntamiento. (Aquí, un nuevo paréntesis para lamentar, indignados, los años de abandono sufrido por el Teatro Romano y la esperanza de que la Junta invierta todo lo que tiene que invertir para su recuperación aunque ese dinero sea para Cádiz).

Habla Moisés Camacho, en la entrevista que abre esta doble página, de la importancia de la formación del ciudadano desde pequeño. Una lógica aplastante y como tal incumplida por parte de quienes depende: la administración pública y los propios colegios (con la excepción de quienes sí han puesto en marcha talleres sobre esta cuestión); también será necesario enseñar a los mayores en la confianza de que algún día sea normal que un padre o una madre lleve a sus hijos o hijas de visita a un museo, a un castillo o a una exposición sobre la ciudad, como hoy van a ver un partido del Cádiz, una sesión del concurso de agrupaciones o una salida procesional.

El tren del patrimonio ya ha partido; aún se puede coger si corremos. Lo que hay que hacer parece claro: recuperarlo y darle un uso público relacionado con su propia historia, a la vez que a la ciudadanía se le enseña su importancia y la necesidad de mantenerlo. Y, también, promocionarlo de forma adecuada más allá de Cortadura, buscando el cada día más relevante turismo cultural. El choque por la falta de presupuesto se solventará en el momento que los políticos asuman la importancia de esta apuesta, que la asumirán cuando conozcan la historia de nuestra ciudad y el valor de sus edificios. No basta con un protocolo. Hay que tener medios para sacarlo adelante

En este panorama tan desolador, la única esperanza es la existencia de colectivos ciudadanos que defienden nuestro patrimonio, que utilizan las redes sociales para denunciar los desperfectos y que se organizan para sacar de la ruina edificios históricos casi perdidos.

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