sociedad

La nostalgia de ser barbero

  • Hace años que se jubilaron y desde entonces los barberos de la calle Nueva buscaron su rincón especial. Ahora lo encontraron en la peluquería de Xavi

Los hermanos Félix y Francisco Domínguez Braza, a la izquierda y a la derecha, respectivamente, posan junto a Xavi en su local de Goya, 11.

Los hermanos Félix y Francisco Domínguez Braza, a la izquierda y a la derecha, respectivamente, posan junto a Xavi en su local de Goya, 11. / joaquín hernández 'kiki'

Paseaban por calle Goya, 11 hablando de sus batallitas y vieron un escaparate de barbería con una navaja de las de toda la vida en su rótulo. Qué extraña y sencilla forma de llamar la atención de dos hermanos entrados en los ochenta años. Aquello encandiló a los hermanos Domínguez Braza. O mejor dicho, a los barberos de la calle Nueva.

En el otro lado de la historia, Xavi, un catalán que lleva sólo 10 meses en Cádiz y que un buen día vio como dos señores mayores se hicieron asiduos de su peluquería por el simple hecho de su manejo clásico con las tijeras. Ahora Xavi no se imagina su peluquería sin los barberos de la calle Nueva, y éstos no se imaginan sin estar en la barbería de Xavi. El amor a la profesión permanece intacto y buscan en el joven Xavi una forma de mantenerse conectados a lo que les dio la vida."Antes había una forma muy distinta de hacer las cosas en peluquería. Hoy hay mejores peluqueros que antes", dice Francisco Domínguez. Una afirmación que, rápidamente, contradice Xavi: "Los tiempos han cambiado, seguro que ellos sabrían si hubieran seguido".

Uno de nuestros clientes habituales fue el hijo de Luis Carrero Blanco"Nuestro padre fue a El Puerto a por los sillones de la barbería y los trajo en El Vaporcito"

Hablar con estos hermanos es hacerlo con dos hombres que conocen muy bien lo que es el Cádiz antiguo. Por su 'casa' (como ellos llaman a su antigua barbería) de calle Nueva, pasaron gente legendaria del carnaval, del flamenco, futbolistas y todo tipo de personajes conocidos. De los más actuales: Jesús Quintero y José Mercé. Pero, sin duda, el que destaca de entre todos es el hijo de Luis Carrero Blanco, el militar y político franquista.

"La barbería la montó nuestro padre con 3.000 pesetas que ganó haciendo la mili y de ahí se hizo el traspaso. La heredamos de mi padre que murió con 91 años y con 90 aún iba a la peluquería. Allí nos hemos quedado toda la vida hasta que cerramos", cuentan. Las anécdotas fluyen en las mentes de estos dos ancianos. Una de ellas, también relacionada con su progenitor, es aquella en la que narran cómo éste trajo los sillones de la peluquería desde El Puerto de Santa María a bordo del ya desaparecido Vaporcito de El Puerto.

Ambos relatan cómo era la vida de bulliciosa en un Cádiz donde el muelle triunfaba y calles como Nueva y Plocía eran todo un seguro económico para las familias con negocios allí. Con especial cariño guardan cómo muchos de los que venían procedentes de otros puntos de España buscaban la diversión en el Pay-Pay, entonces toda una referencia de ocio nocturno, con notoria fama más allá de las lindes de la ciudad.

Eran otros tiempos, en los que ni siquiera contaban con baños en la barbería y en los que su avispado padre salía a coger clientes a la calle según viera de frondosa la cabellera del transeúnte. Algo insólito a día de hoy. Antes, en una sociedad con más contacto de calle, ocurría. "A nosotros nos costaría trabajo volver por los costes (estaban de alquiler en el desaparecido local). Para nosotros, la calle Nueva ha sido una de las más buenas que ha habido en Cádiz", confiesan.

Félix recuerda entre risas la copla jocosa que José Guerrero Roldán 'Yuyu' les hiciera, lo que hizo que nuevas generaciones los pusieran en el mapa. "No me acuerdo de la copla, decía que uno barría y el otro iba a por café. La cosa es que sí que llegó a ser cierto. Yo no he hablado nunca con el hombre pero pasaría un día por allí y nos vería así", reconoce. Tantos años en el mismo lugar dan para mucho. "Había horas muertas en las que llegamos a echarnos la siesta en los sillones (que eran de escay, por supuesto). Después de almorzar, llovía y nos quedábamos dormidos en el sillón a esperar que llegara el próximo cliente", rememoran. "Éramos los confidentes de medio Cádiz, sabíamos quién tenía una querida y muchas más cosas. El camarero, el chófer y el barbero son los que más saben de la vida de la gente", garantizan desde la experiencia. Es imposible hablar con ellos y no embriagarse de ese halo de nostalgia que los envuelve, de esa vida de barrio que hacía que la gente los parara para darles la enhorabuena por los cortes de pelo hechos con maestría.

"Antes que ir a un bar, preferimos venir aquí a disfrutar de lo que nos gusta. No sabemos estar en otro sitio", dicen estos dos barberos mientras miran con orgullo a Xavi, a quien le han confiado el relevo generacional tras años sin encontrarlo.

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