Cádiz

En el nombre de Jenaro

  • La Policía no halla pruebas de que el empresario Jenaro Jiménez desapareciera por voluntad propia; su familia, indignada por los rumores, vive un"velatorio permanente"

"No hay motivo para que se fuera, no lo hay". Jenaro Jiménez Maisonnave, padre del empresario gaditano Jenaro Jiménez Hernández, desaparecido el 13 de abril de 2008 mientras hacía pesca submarina en la playa de los Alemanes, en Tarifa, lo repite una y otra vez al otro lado del teléfono. Se le nota cansado, pero sobre todo indignado. Dice primero que no quiere hacer declaraciones, pero a renglón seguido se arranca y suelta toda la rabia y dolor que arrastran él y su familia desde hace meses. Desde que, poco después de que se perdiera el rastro de su hijo en la zona del Cabo de la Plata, arreciaran los rumores de que Jenaro "se había quitado de en medio". Unos rumores que, casi un año después, siguen siendo completamente infundados.

Porque la Policía no ha hallado ninguna prueba de que el empresario gaditano haya desaparecido por voluntad propia. La investigación que se abrió en la Comisaría, a raíz de comenzar a desfilar por allí supuestos acreedores del empresario asegurando que éste se había dado a la fuga, y que estaba en el extranjero, no ha encontrado ni un solo indicio de veracidad de unos rumores que el padre del empresario (vicepresidente de honor del Colegio de Graduados Sociales de Cádiz, muy conocido en la ciudad) achaca con indignación a la "mala uva de la gente".

Fue ese fatídico domingo 13 de abril del pasado año cuando Jenaro salió a las siete de la mañana de su casa y le dijo a su mujer Anabel, que estaba a punto de dar a luz, que se iba a pescar, tal y como solía hacer en otras ocasiones. Doce horas más tarde aún no había vuelto y sus familiares le llamaron al móvil para saber si le había ocurrido algo. Nadie contestó. La voz de alarma saltó y enseguida se alertó a la Guardia Civil y a Salvamento Marítimo para que iniciaran su búsqueda. Cerca quedó aparcado su coche. Dentro, su cartera con la documentación. El dispositivo se suspendía días después sin hallar rastro alguno d e Jenaro.

Dos meses después, por la Comisaría de Cádiz comienzan a desfilar personas que aseguran que Jenaro les ha dejado deudas pendientes. La hipótesis inicial de muerte accidental da paso a la de "desaparición inquietante". Se baraja incluso el secuestro, aunque se descarta pronto al no haber llamadas reclamando un rescate. Los agentes encargados del caso toman declaración a una veintena de personas, entre amigos, familiares y esos acreedores que reclamaban créditos.

Hay aspectos que chirrían. Como que Jenaro, cuyo hobby habitual era el de pescar con caña, se hubiera comprado días antes un traje de neopreno para hacer pesca submarina. O que poco antes de desaparecer hubiera suscrito al menos dos seguros de vida con compañías distintas.

Se inicia una investigación a fondo de todos los negocios en los que estaba inmerso Jenaro, quien, recién entrado en la cuarentena, se desvela como un hombre sumamente emprendedor. Administrador de cuatro empresas (una aseguradora que heredó de su padre, dos constructoras y unahostelera), las cuentas se miran y se remiran. Una de las constructoras parecía sufrir los primeros retazos de la crisis. Representantes de una empresa de pintura presentan una denuncia por impago. Otros aseguran que ha sido visto en México.

Para no dejar ningún cabo suelto, habida cuenta que Jenaro tenía socios en el extranjero, se recurre a Interpol . Se contacta también con la Policía marroquí, por si su cuerpo hubiera podido ser arrastrado hacia las costas alauitas. Negativo en ambos casos.

Se meten los dedos en profundidad y, al final, la Policía saca la conclusión de que los negocios han comenzado a zozobrar a raíz de no estar él pendiente. Las promociones de pisos que estaban realizando las constructoras (una en avenida Marconi y otra en calle Churruca) se paralizaron con su ausencia, pero después, poco a poco, fueron retomando la actividad. "Estaba al corriente de casi todo, no era mal pagador", han aseverado a este diario fuentes de la investigación.

Además, en esos momentos Jenaro estaba tocando numerosos palos. Tenía previsto montar una sidrería en el antiguo local de La Gloria de la avenida, para lo que se había traído a un experto de Barcelona. Proyectaba otro restaurante y otra promoción de apartamentos de lujo en la calle Ancha. Quería también probar suerte con el negocio de las antigüedades, montando una sala para la venta de obras de arte, y barruntaba algún proyecto relacionado con el petróleo.

En su entorno familiar, tampoco se atisban problemas. Antes al contrario. A su mujer le faltaba menos de un mes para dar a luz a la que iba a ser su segunda hija. Casi una década antes, habían tenido unos gemelos, aunque uno murió. Era uña y carne con su primogénito, con el que mantenía una estupenda relación. El año anterior, en mayo de 2007, el matrimonio había sufrido un robo en su domicilio. Ellos fueron algunas de las víctimas de la banda de rumanos que asaltó diversos pisos en Cádiz y que acabó cayendo, siendo desmantelada. Jenaro tuvo que ir varias veces a Comisaría, primero para interponer la denuncia, y después, para declarar y para identificar algunas de l as joyas sustraídas que habían sido recuperadas por la Policía y siempre fue con su hijo.

¿Ajuste de cuentas?. "No, no, para nada. Lo apreciaba todo el mundo. Era muy extrovertido y agradable en el trato, y no tenía problemas con nadie ni estaba metido en nada raro", se apresuran a aclarar varios conocidos suyos.

En paralelo, a finales de julio pasado la hipótesis de que hubiera muerto en el mar cobró fuerza al aparecer a 13 millas al suroeste del Cabo de Gata, en Almería, el cuerpo sin vida de un varón con traje de neopreno. Su mal estado confirmó que llevaba varios meses en el agua. Se reaviva la esperanza, pero, por increíble que parezca, ocho meses después ese cadáver que se custodia en el Instituto Anatómico Forense de Almería, aún no está identificado. El Juzgado de dicha localidad no ha reclamado hasta enero de este año que se proceda a la identificación de ese cuerpo. Desde Cádiz se ha vuelto a preguntar hace poco, pero aún no se ha determinado oficialmente la identidad. No obstante, fuentes consultadas por este diario creen que no debe ser Jenaro. "En caso contrario, ya se lo habrían comunicado a los familiares".

"¿Cómo pueden decir que se ha ido, con una hija a punto de nacerle?. Llevaba unas pocas cosas por delante. No estaba solo, siempre con socios, y las sociedades siguen funcionando. ¿Por qué han dicho que se ha fugado por deudas?. Las casas se van a entregar. Hay muy mala uva, no hay caridad", espeta con rabia el padre.

Y se sumerge de nuevo al otro lado del teléfono en una suerte de monólogo, repitiendo sin cesar "no hay motivo, no lo hay". Y levantando la voz, deja claro que "si un día nos enteramos de que está en Ecuador, diremos que es un mal hijo, y tendrá que dar explicaciones a su mujer y a nosotros, su familia. Pero a nadie más" .

"Yo me quedo con lo que me dijo un policía, que creo que, más o menos textual, fue : Tenemos la convicción moral de que a su hijo le ha ocurrido algo malo", recuerda algo más aliviado Jiménez Maisonnave, que trata de explicar los complejos sentimientos que embargan a toda la familia. "Imagínese, perder un hijo y encima no saber qué es lo que le ha pasado. No sabemos nada. Eso quisiéramos nosotros, saber qué ha ocurrido".

Casi un año después, viven "en un velatorio permanente. Somos cristianos, creyentes, y no lo hemos podido enterrar aún", susurra con voz entrecortada.

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