Cádiz

Más miedo que convencimiento

  • Un porcentaje considerable de comercios del Centro abre sus puertas en la tarde del 29-S, superada una mañana en la que muchos han tenido que cerrar 'a la fuerza'

En el Centro predominan el caos visual y la incongruencia. El primero viene de la mano de cientos de bolsas y desperdicios arrojados por sus calles. La segunda, de pegatinas que anuncian "hoy cerramos por huelga general" en comercios que, sin embargo, están abiertos. Esa primera persona del plural, miente.

O 'yo voy', o ellos me llevan. Así se sienten muchos comerciantes de la zona. Así se han sentido cuando por la mañana tuvieron que permanecer cerrados, o bien que abrir sus puertas varias horas después de lo habitual, ante la presencia de piquetes ¿informativos?.

Por la tarde, muchas tiendas abrían con normalidad, mientras otras muchas permanecían cerradas. Algunas con pleno convencimiento, anunciando con carteles propios -de los que se ve que son de verdad, a mano, pegaditos por dentro... aunque sí, eso puede ser previsión en vez de convencimiento- que en este día estaban cerradas por huelga. Otras han optado por quedarse cerradas durante todo el día tras haberlo tenido que hacer por la mañana. Muchas, sin cartel real, sin anuncio, sin nada, simplemente se limitaron a no abrir. 

De entre estas tiendas que han 'secundado' el paro en silencio, no es posible hoy saber cuántas lo han hecho por estar de acuerdo con la huelga general, y cuántas por evitarse problemas con piquetes. Pero sí hay un tipo de comercio que, más que previsiblemente, se habrá regido por esto último para no abrir en toda la jornada; las tiendas regentadas por ciudadanos chinos. Sí, ellos que nunca cierran, cerrados. Pero ya se sabe que si algo les caracteriza, es su discreta manera de evitar problemas.

Reseñable la diferencia significativa entre los comercios pertenecientes a cadenas o multinacionales, y los pequeños comercios de particulares. De estos últimos, mucho mayor porcentaje permanecía cerrado. Porque a uno le duele más que le rompan lo que es suyo, porque al ser suyo tiene plena capacidad de decisión sin miedo a tener represalias de un empresario... o por lo que sea. Pero ellos, en su mayoría, mantuvieron sus puertas cerradas durante toda la tarde.

Caso contrario es el de las tiendas pertenecientes a grandes cadenas, donde sus empleados abrían y cerraban en base a la presencia o no de piquetes con una clara orden; permanecer abiertos el máximo tiempo posible. En conocidas tiendas de ropa de la calle Columela, todas pertenecientes al mismo dueño, las órdenes parecen haber llegado de forma desigual. Algunas dependientas se han aprendido bien la directriz para cuando se les pregunte sobre la jornada de huelga. "No se puede", "yo no te puedo contestar, toma el número de atención al cliente" o "no estamos autorizadas a dar información" son algunas de las respuestas aprendidas. En cambio, otra dependienta del mismo grupo cuenta como no han podido abrir hasta las 12.15 horas porque "estaba toda la plaza llena de piquetes" y que, sin embargo, por la tarde todo estaba transcurriendo de forma "normal y corriente".

El encargado de una perfumería sita en la misma plaza dice que no han abierto hasta las 13.00, que es más o menos la hora en la que "todo se ha quedado tranquilo". Ellos pretendían abrir como cualquier otro día, pero han sido alertados de la presencia de piquetes coaccionando a los comercios, y han decidido posponer la apertura. Y a su lado, en una tienda de videojuegos, dos empleadas han permanecido trabajando "a puertas cerradas" hasta que han abierto a las 14.00.

Todos coinciden en que, por la tarde, todo normal. Todos menos la dependienta de una tienda de bolsos que asegura que ha sido "amenazada" por un chico que pasó con una acompañante por delante de su puerta, megáfono en mano, con un "te voy a cerrar la tienda". En otro comercio cercano, la dueña debate con una clienta sobre lo sucedido por la mañana. La señora llama "chusma" a quienes han impedido abrir a quienes lo deseaban y han esparcido desperdicios. "Como está ahora Cádiz, es una vergüenza". La pequeña empresaria, por su parte, deja claro que "no es que no haya abierto, es que no me han dejado abrir". Al ir a abrir por la mañana, dice, un chico estaba apostado al lado de su puerta con mirada desafiante. "No me he atrevido".

Así, a bote pronto, surgen varias preguntas. ¿Qué porcentaje de esos empleados por cuenta ajena, de esas dependientas con consignas aprendidas, que estaban en sus puestos de trabajo lo han hecho realmente por miedo a represalías de su empresa? Y, por otro lado, ¿esa parte de comerciantes que han cerrado por miedo, por presión, cuentan o no cuentan para cifrar el seguimiento de la huelga? A los comercios chinos, ¿los contamos o no? Y, en fin, ¿es realmente posible extraer datos con un mínimo de fiabilidad de esta realidad falsificada? ¿No sería más democrático que si yo quiero ir, pueda hacerlo libremente pero que, si yo no voy, no me lleve nadie?

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