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La última entrega de la adaptación del cuento de los Grimm recoge la línea principal de la trama: el enfrentamiento entre dos poderes. Pero, si en el cuento tradicional se muestra el enfrentamiento entre dos modelos de mujer, en la versión de Rupert Sanders la lucha es de poder legítimo a poder impostado. Blancanieves y la leyenda del cazador transforma a la protagonista en una especie de partisana y hace de la malvada madrastra un personaje temible y fascinante.

Ravenna luce la incomparable piel de Charlize Theron y está patológicamenteperturbada, como lo estaba, en las primeras versiones, la envidiosa reina del cuento -transtornada tras haber perdido al bebé que esperaba por acción, directa o indirecta, de su hija adoptiva-. De hecho, Theron cuenta que se inspiró en el Jack Nicholson de El resplandor para elaborar a una hechicera que resulta ser la combinación perfecta entre lady Bathory y la Morgana artúrica.

Como la condesa sangrienta, Ravenna bebe la juventud de sus súbditas para ser siempre bella; como la hermana del rey Arturo, esta madrastra tiene a su servicio una hermandad de cuervos y afición por los juegos de metamorfósis. Y, diga lo que diga el falaz espejo mágico, le roba todos los planos a su adolescente hijastra. Crudamente, sin piedad.