Cádiz

El incomparable placer de sentirse centenaria

  • Amalia Álvarez, una gaditana afincada en Madrid, se suma a las personas que llegan a los 100 años en España

Imagen de toda la familia de Amalia Álvarez durante la celebración del cumpleaños en su domicilio de la capital.

Imagen de toda la familia de Amalia Álvarez durante la celebración del cumpleaños en su domicilio de la capital. / D.C.

Pocas satisfacciones hay en la vida como la sonrisa de saberse victorioso ante las trampas del tiempo, las muecas de las casualidades y los tormentos del destino. Con esa sensación de haber vencido a cualquier obstáculo aguafiestas, hay una gaditana afincada en Madrid que días atrás celebró cumplir cien años. Se trata de Amalia Álvarez, una solista de conservatorio que manejaba el piano con admirable soltura. Con motivo de su cien aniversario, su familia se trasladó a Madrid desde Cádiz para arroparla en este bello triunfo con atributo centenario.

Una charla con Amalia es asistir a un viaje a través de la imaginación por el Cádiz antiguo, el de blanco y negro que evoca las nostalgias más profundas. "Todo el mundo me recuerda alegre, me hacía mucha gracia cualquier cosa", asegura Amalia. Este diario puede dar fe de ello, durante la conversación telefónica con la anciana fueron varias las veces en las que canturreó sus letras predilectas del pasado con la más absoluta de las alegrías.

Aquella vez que cantó en el Falla es uno de sus saltos temporales favoritos. Y es que la música forma parte de la razón de ser de Amalia, tanto es así que todos los días de nueve a diez de la mañana sigue mimando las teclas de su piano y haciéndolas sonar con dulzura. Chopin, su autor de cabecera. Pero hay más, en su momento también compuso una letra que fue interpretada en el parque Genovés y difundida por Radio Madrid.

Esta gaditana que vivió en la plaza de Las Viudas añora el Cádiz de los coches de caballos en los que se paseaba. En la sinopsis biográfica que ofrece esta vivaz mujer hay también lugar para personajes ilustres de la época sobre los que hoy circula polémica por motivos ideológicos. Ellos son Ramón de Carranza y José María Pemán. A Carranza fue a entregarle una carta en mano escrita por su profesora de solfeo y mantuvo una conversación que aún hoy guarda en lo más lúcido de su memoria. Y a Pemán lo nombra en reiteradas ocasiones debido a la profunda admiración que siente por éste, recita sus poemas como una lección, y por haber sido vecina del mismo.

Las raíces de Amalia también están en Vejer, de donde era su madre, y su abuelo, que llegó a ser alcalde de este pueblo durante la Primera República. Sobre cómo acabó haciendo las maletas a Madrid, hay que poner el foco sobre su hermana, la cual trabajaba en una buena entidad bancaria de la época y tras un viaje a la capital fue propuesta para quedarse en la sede central. Y así fue como toda la familia, migró escalonadamente hacia tierras madrileñas. Y ella también acabó en el banco. Si bien ahora echando la vista atrás reconoce el dolor de soportar cómo se esfuma la vida de los más queridos de su alrededor, esa pesada pesada carga sigue sin robar la sonrisa de Amalia. A quien lo último que se le esfumará será su sonrisa.

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