Cádiz

"Lo importante es arrancar"

  • El director de la sociedad Bilbao Ría 2000 relata los últimos 25 años del proceso de cambio de la capital vizcaína

Angel María Nieva, durante su intervención en el desayuno coloquio organizado por Grupo Joly y la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz.

Angel María Nieva, durante su intervención en el desayuno coloquio organizado por Grupo Joly y la Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz. / Lourdes de Vicente

El ponente arrancó su intervención en el desayuno coloquio organizado por Diario de Cádiz, en colaboración con la Autoridad Portuaria de la Bahía, con un "espero no meter la pata con lo que voy a contar aquí", pero Ángel María Nieva, director general de Bilbao Ría 2000, llegó ayer al Palacio de Congresos con la clara intención de ser transparente y contundente con un sueño hecho realidad en Bilbao del que Cádiz tiene mucho que aprender.

A Bilbao le ha costado 25 años y más de 3.100 millones de euros asentar su proyecto de transformación de la ciudad y aún tiene muchos asuntos pendientes, pero la realidad muestra ya un grado de madurez más que suficiente como para ir contando sus experiencias, con sus errores y aciertos, por aquellos puertos y ciudades que andan inmersos en este tipo de procesos de integración puerto/ciudad.

Consenso, consenso y más consenso fue la idea primordial que sirvió de eje en la intervención del director general de esta sociedad de capital público bautizada como Bilbao Ría 2000, un concepto claro y fundamental para hacer frente a todo este proceso, siempre plagado de problemas y desencuentros, con un único objetivo: ofrecerle a Cádiz la que puede ser la única oportunidad que le queda para su expansión y desarrollo sobre suelo portuario. Otro concepto fundamental que trajo desde Bilbao Ángel María Nieva es la idea de que todos los agentes que algo tienen que decir se sientan, de alguna manera, ganadores de todo este proceso: "I win, you win", tal y como enunciaba el director general de Bilbao Ría 2000.

Bilbao tenía como punto de partida "una ciudad con una imagen fea, gris y languideciente", con un "chasis deprimente". Un punto de inicio que cronológicamente Nieva sitúa en un desastre natural: las inundaciones que en 1983 sumergieron a buena parte de l País Vasco. Y un punto de inflexión, el que supuso la inauguración del museo Guggenheim sobre parte de ese suelo ganado a la industria cuya actividad -que dio de comer a muchas familias durante largo tiempo, sobre todo a toda la zona de Bilbao más cercana a sus 14 kilómetros de ría- cayó en picado.

Pero entre ese 1983 y el nacimiento del Guggenheim como el icono de todo este proceso de transformación de la ciudad vasca, hubo muchas discusiones y procesos participativos en los que todos parecieron tener un objetivo común: rehabilitar y "revitalizar" el casco viejo y la construcción de la imagen que hoy ofrece Bilbao.

Nieva describe una urbe con una zona cercana a la ría hipotecada únicamente para la actividad de los astilleros y de los altos hornos, y con feos trazados ferroviarios que impedían a los bilbaínos llegar hasta el borde de la ría. Esa industria impuso una imagen a la ría de todo menos urbana, con puentes muy altos construidos para permitir el paso de las embarcaciones y altos índices de contaminación, tal y como describía el invitado de la APBC.

Con el declive y la reconversión llegó la crisis y, con ella, la disminución de la renta per cápita y la progresiva pérdida de empleo. Otra consecuencia fue la marcha de parte de la población, que optó por volver a sus pueblos de origen ante una ciudad desestructurada que apenas ofrecía futuro. La actuación se antojó entonces "inaplazable", según Nieva. Los bilbaínos, "siempre tan echados p'alante", ya dieron un primer paso al salir a la calle tras las inundaciones para reconstruir su casco histórico codo con codo. Y las instituciones no se podían quedar atrás. La debilidad se convirtió en virtud. Y la desaparición de la actividad industrial generó ámbitos de oportunidad con suelos ociosos sobre los que planear esa reactivación. Todo ello, unido a la cesión, no siempre gratuita, de los espacios cercanos a la ría hasta entonces ocupados por los trazados ferroviarios, y sumado al plan de traslado del puerto bilbaíno hacia su polígono exterior propició la liberación de los suelos de oportunidad.

En Cádiz, puestos a buscar paralelismos, no ha sido la crisis sino más bien la reorganización de la actividad industrial en suelo portuario, con la entrada al terreno de juego de una nueva terminal de contenedores, la que ha propiciado un nuevo escenario.

Pero el director general de Bilbao Ría 2000 se trajo bajo el brazo el resultado de 25 años de trabajo, nunca libres de polémicas. "Estamos muy contentos con el resultado", dijo no obstante. Y como muestra, recordaba Nieva que "la opinión pública y la publicada" de Bilbao no quería el Museo Guggenheim, a priori. De hecho, su proyecto llegó hasta allí "de rebote, pues nadie lo quería en otras ciudades". Fue una inversión inicial de 132 millones de euros que la población reclamaba para "subvenciones para el desempleo". "Pero el tiempo nos ha dado la razón", según Nieva, y después de 20 años de vida, el Guggenheim ha supuesto ya un impacto económico sobre la ciudad y su entorno de más de 5.000 millones de euros.

"Lo importante es arrancar" y saber "qué queremos ser de mayores", decía Nieva, que recuperó una máxima que dice que "por el análisis, la parálisis", con lo que invitaba a los agentes que intervienen de primera mano en el proceso a que eviten el "exceso de reflexión" y que deben tener claro que "algo hay que hacer".

"Hay que aprovechar la oportunidad y el momento", y Cádiz parece que tiene tanto la una como lo otro. En la capital vizcaína lo primero fue poner sobre la mesa un Plan Estratégico de Revitalización del Bilbao Metropolitano que contemplara la mejora de la accesibilidad interior y exterior para que la ciudadanía pudiera moverse por esa nueva Bilbao, así como la regeneración, tanto medioambiental como urbanística, sin dejar de lado tutorizar el paso de una sociedad industrial a una sociedad postindustrial. En palabras de Nieva: "Poner a la ciudad guapa".

Todo este proceso se cimienta básicamente en dos pilares: en la crisis económica que mandó a la guillotina tanto a los astilleros como a los altos hornos, pasando de dar trabajo a más de 8.000 personas a no llegar ahora a los 250 y, en segundo lugar, sobre el hecho de que el puerto ya estaba inmerso con el traslado de su actividad a sus polígonos exteriores.

En Cádiz, ante la crisis de astilleros tan sólo podría llegar a plantearse la disminución de su recinto concesionado, dado que el mercado de las reparaciones sigue dando dinero a la factoría gaditana. En cuanto a lo segundo, el puerto de Cádiz también planea hacia zonas más alejadas del casco histórico de la ciudad.

La nueva Bilbao se reparte, de manera que los jardines y los nuevos viales se entregan directamente al Ayuntamiento, las nuevas instalaciones ferroviarias se entregan a Adif o Renfe, según proceda. El resto del suelo lucrativo se vende y con el dinero que se recupera, las plusvalías, se genera una nueva capacidad de inversión para nuevos proyectos.

Nieva contaba ayer que el proyecto de Bilbao Ría 2000 contempla, sin lugar a dudas, la dedicación de buena parte de los espacios de oportunidad a viviendas. En este aspecto, considera fundamental en este proceso de revitalización la generación de zonas con alta densidad de población que den vida a esos nuevos espacios de la ciudad y así huir del nacimiento de zonas inhóspitas que finalmente no sirvan para el uso y disfrute de la ciudadanía. A este respecto, Cádiz aún se plantea si debe construir viviendas en los nuevos suelos de oportunidad o no, una polémica que parece que Bilbao tiene claramente superada.

Nieva finalmente relató que la necesidad fue el germen de este nuevo Bilbao. Esa necesidad generó retos y esos retos nuevas oportunidades. Pero siempre, un plan por delante que dé luz al final del túnel, algo que en Cádiz está aún por dilucidar.

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