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Cádiz

Él sí lo haría

  • Cambiar nombres de calles fue una prioridad para Carranza en 1936: en cinco meses modificó 27

Y de hecho, lo hizo. Ramón de Carranza consideró una prioridad modificar los nombres de las calles para adaptarlos al nuevo régimen que pretendían implantar los golpistas alzados en armas contra el Gobierno republicano. Tan prioritaria estimó esa medida, que el 5 de agosto de 1936, ocho días después de acceder a la alcaldía de Cádiz tras ser nombrado por el gobernador militar, Carranza tomó una decisión rotunda: declaró nulas todas las rotulaciones de calles realizadas desde el 14 de abril de 1931. En los siguientes cinco meses, hasta el final de ese 1936, con el país sumido en una guerra civil, ya habían sido cambiados los nombres de 17 calles rotuladas durante la República. Y aún más: en ese período también fueron modificados los nombres de otras diez calles rotuladas antes del 14 de abril del 31. En total, al terminar 1936, Carranza ya había mudado los nombres de 27 calles.

Cayeron así nombres de calles y plazas como Primero de Mayo, Pablo Iglesias, 11 de Febrero de 1873, Alcalá Zamora, Galán y García Hernández, Nicolás Salmerón, General Riego y Fermín Salvochea, entre otros. Pero también Blasco Ibáñez, Pérez Galdós, Mendizábal, Torrijos, Istúriz, Topete... Fue una limpieza a fondo que anotó en su inicio una llamativa excepción.

El acuerdo que anuló las rotulaciones realizadas desde abril del 31 contenía una salvedad: permanecían la avenida de Extramuros y la plaza de la República. Quizá Carranza, prudente, decidió aguardar a ver qué rumbo tomaban los sublevados, en vista de los vivas a la República que figuraban al pie de algunos bandos golpistas. Pero no se prolongó mucho la espera: el 29 de octubre, con los propósitos ya más definidos, fue reintegrado el nombre de Isabel II en la céntrica plaza del Ayuntamiento. Alguien había lanzado en la prensa la propuesta de que esa plaza fuese dedicada al general Varela. A Carranza no le gustó la idea y no la aceptó: su explicación fue que no era partidario de tributar en vida esa clase de homenajes.

La rotulación de esa plaza dio trabajo al alcalde en esas fechas. El homenaje monárquico duró poco. Por alguna razón que no debe ser ajena al régimen totalitario que acabó gobernando España durante 40 años, pocos días después, el 6 de noviembre, el Ayuntamiento decidió restablecer en la plaza el popular nombre de San Juan de Dios.

Un documento elaborado por Juan José Ariza Astorga permite asomarse a algunos de los cambios de nombre realizados por Ramón de Carranza en 1936. La avenida Pablo Iglesias, fundador del PSOE, fue rotulada como Campo del Sur (su antigua denominación). Hasta 1931 se había llamado General Primo de Rivera. La calle Primero de Mayo recuperó el nombre que tenía en 1932: Martínez Campos. La plaza 11 de Febrero de 1873, que evocaba la proclamación de la Primera República Española, recibió el antiguo nombre de San Agustín (entre 1886 y 1932 fue Fernández Fontecha).

La plaza Galán y García Hernández, militares republicanos que se sublevaron en 1930 y fueron fusilados, pasó a ser la plaza de Calvo Sotelo. En el 31 se llamaba Loreto y hoy es la plaza de San Francisco. Este mismo nombre, San Francisco, lo recuperó en el 36 la calle General Riego, militar que en 1821 lideró el pronunciamiento que inició el Trienio Liberal y que tres años después fue ejecutado por Fernando VII. La calle Alcalá Zamora, que fue presidente de la Segunda República hasta la primavera de 1936, volvió a tener el nombre de San José. La calle Nicolás Salmerón, que fue presidente de la Primera República, el de San Miguel.

Ramón Ventín, popular médico gaditano, que fue presidente del Ateneo, también perdió su calle, que desde 1873 hasta 1932 se había llamado Lincoln; y antes, el que tiene desde el 36: Sacramento. Se quedó sin calle igualmente (al volver a ser Cánovas del Castillo) el republicano Hermenegildo Giner de los Ríos, pedagogo y jurista vinculado a la Institución Libre de Enseñanza, que fue fundada por su hermano Francisco. La calle dedicada en 1933 al compositor Jerónimo Jiménez, gaditano nacido accidentalmente en Sevilla, autor de La boda de Luis Alonso, recuperó el nombre de Feduchy que tuvo desde 1888 hasta que en 1932 fue Carlos Marx. La calle que recordaba al diputado doceañista Fermín Clemente, (antes Plotina Pompeya y Jara) pasó a llamarse Plata. La que homenajeaba a Francisco Ferrer Guardia, pedagogo librepensador, ejecutado tras la Semana Trágica de Cataluña de 1909, recuperó el nombre de San Félix. A la calle Sánchez Robledo (diputado y concejal republicano en Cádiz a principios de siglo) le fue reintegrado el nombre de San Juan. La calle dedicada al socialista Guillermo Igaravídez volvió a ser Santiago. La calle México retornó a recordar al capitán Ruiz de Ahumada. Perdió también su calle Moreno de Mora: volvió a ser Obispo Calvo y Valero (hoy Hospital de Mujeres).

Todas estas calles y plazas mencionadas hasta ahora habían sido rotuladas durante la República. Ramón de Carranza también modificó en 1936 el nombre de al menos otras diez que ya lo tenían antes del 14 de abril de 1931. Los cambios fueron los siguientes: Vicente Blasco Ibáñez (novelista y político republicano) por Duque de Nájera; Tomás Istúriz (político liberal del XIX) por General Sanjurjo (luego Londres y hoy, Alcalá Galiano); Pérez Galdós (novelista) por Balón (hoy Doctor Marañón); Fermín Salvochea por Obispo Pérez Rodríguez; Manzanares por Padre Elejalde; Mendizábal por Capitán Cortés y luego, también en el 36, por Vargas Ponce; Torrijos (militar liberal fusilado en 1831) por General Varela (hoy, Palillero); Vasco Núñez de Balboa (conquistador) por plaza de Sevilla; Topete (militar que participó en la Revolución de 1868) por Flores; y Moreno de Espinosa (profesor, krausista, concejal en Cádiz) por Valenzuela.

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