Narcopisos. El término, acuñado recientemente en Barcelona, bien podría haber nacido en el Cerro del Moro hace tres décadas. Porque en este barrio gaditano siempre ha habido viviendas donde se ha trapicheado, pisos ocupados por toxicómanos y utilizados para pincharse o para fumar heroína, ahora rebujito. Ahora, el repunte en la venta de heroína, en este caso mezclada con cocaína, ha traído consigo el regreso a una práctica que nunca fue abandonada del todo.
La Policía Nacional está investigando algunos de estos narcopisos y a sus inquilinos habituales, aunque de momento prefiere no dar más detalles. Eso sí, advierten que el incremento de la droga en el Cerro del Moro viene provocada por la caída de algunos traficantes muy activos en barrios del casco histórico o en la zona de la barriada de la Paz, como la popular Pantoja.
La detenciones de algunos de los vendedores de rebujito más activos de la ciudad, y de algunas de sus parejas, ha traído consigo la diversificación en la venta. Así, el Cerro del Moro, cuya rehabilitación había dado otro aire y hecho olvidar los peores años, esos en que los camellos campaban a sus anchas por sus calles, vuelve a vivir de primera mano el problema de la droga.
La Policía, y los vecinos, se enfrentan además a un enemigo más peligroso aún que la heroína de los 80, el rebujito, una mezcla tremendamente adictiva. Esto, unido a que los jóvenes parecen haber perdido el miedo a probar la heroína, está provocando el retorno del fantasma del jaco al barrio gaditano.
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