problemas de convivencia

"Esto es catastrófico"

  • Personas sin hogar malviven desde hace años en unos soportales de la Viña convertidos en insalubre campamento

  • Los vecinos claman por una solución

A Pepa no le hace falta ver Callejeros para saber cómo malviven a la intemperie los náufragos de la miseria. Le bastaría asomarse un día, una noche cualquiera, a una de las ventanas de su casa, en La Viña. Pero no lo hace, a no ser que vea que alguien necesita ayuda médica urgente. Porque el espectáculo, la mayoría de las veces, le resulta bochornoso. Un grupo de personas sin hogar lleva años acampando en los soportales de la calle Doctores Meléndez que dan paso a la Plaza de Capuchinos, justo al lado de la sede de la Asociación de Vecinos Gades, en unas condiciones de insalubridad insoportables. Para ellos mismos y para los vecinos. Entre los acampados hay algún desalojado recientemente de La Caleta. Pero no nos engañemos: el más veterano, la más veterana, puede haber cumplido allí ya más de dos trienos. Desde el colectivo vecinal llevan ocho años pidiendo una solución que nunca llega.

"Aquí beben, orinan, hacen sus necesidades y el acto sexual; hay suciedad y una peste permanentes", cuenta Pepa indignada. "Yo entiendo que la gente tenga problemas y me da muchísima pena, incluso les he bajado mantas, pero no se puede aguantar esta suciedad... Y esto es todo el año; este verano es cuando menos gente hay", asegura.

Les he bajado mantas, pero no se puede aguantar esta suciedad; y esto es todo el año"

Los vecinos dicen estar hartos de que la Policía no les haga caso. "Claro que llamamos, pero cuando quieren, vienen, y cuando no, no vienen -dice por lo bajini- Siempre nos preguntan si están haciendo algo. No, no están robando ni agrediendo a nadie, pero hacen el acto sexual, cagan y mean a la vista de todo el mundo. Y yo, que vivo ahí enfrente, no me puedo asomar, porque desde allí lo veo todo y la verdad es que me resulta muy violento".

"Esto es catastrófico -concluye la vecina- Hay albergues... Entiendo que no los admitan cuando están con la borrachera, pero esto está muy dejado de la mano de Dios.... Tiene que haber una solución... Aquí se cayó los otros días uno con una borrachera enorme y estuvo ahí tirado veinte minutos o más; lo recogió otra; llamé a la Policía y me preguntaron si tenía sangre. Y, claro, yo desde mi casa no lo veo , pero si hay una persona que no se mueve... Encima es que son desgraciados, porque ellos son los que se llevan la peor parte de la sociedad", dice Pepa.

Francisco Gallardo, vecino de la Plaza de Capuchinos, prefiere dar un rodeo y evita bajar por las escaleras. Por el hedor. "Este año están formando menos que el pasado, que fue criminal", dice. "Pero siguen meando y cagando hasta en las macetas. Mira: estos son los dormitorios", dice señalando uno de los cubículos. La escandalera, sin embargo, no es solo nocturna. "A partir de las siete y media ya empiezan las discusiones y, salvo el ratito de la comida, continúa durante toda la tarde. Estamos hartos de llamar a la Policía, que nos dice que no los pueden echar. El problema es que tanto los soportales como las escaleras son vía pública y no los podemos cerrar".

Con esto precisamente viene batallando desde hace ocho la presidenta de la Asociación de Vecinos Gades, Catalina Cárdenas. "Estamos hartos de entregar escritos en el Ayuntamiento y que no nos den una solución. Lo único que hacen es limpiar cuando llamamos, pero el olor persiste". Catalina tiene claro que la solución pasa por vallar los soportales y permitir el acceso sólo a los vecinos. De hecho, conserva los planos originales del edificio, que contemplaban un cerramiento que nunca se hizo. "El inconveniente es que el paso no es propiedad de las comunidades, que son cuatro, si no vía pública", insiste Catalina. Del anterior equipo de Gobierno asegura no haber recibido respuesta alguna. Y reconoce haber tenido problemas para consensuar un nuevo escrito con el que insistir al actual.

Por razones obvias, a ninguno de los huéspedes de este indigno e indignante campamento urbano le apetece hablar de cómo ni por qué ni hasta cuando estará allí.

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