crónicade san juan de dios

El alcalde epistolar

  • Comunicar. González práctica una especie de plasma de Rajoy, habla con cartas pero sin ruedas de prensa

José María González, en una de las comparecencias públicas pasadas que ahora no prodiga.

José María González, en una de las comparecencias públicas pasadas que ahora no prodiga. / joaquin pino

La figura del alcalde se ha agrandado en los últimos diez días tras el polémico asunto del chalé de Pablo Iglesias e Irene Montero. José María González ha estado en el primer plano por salirse del guión oficialista de los líderes de un partido que trataban de negar lo que era una evidencia, que estaban inmersos en la incoherencia presos de sus palabras. El alcalde ha ganado muchos puntos entre sus vecinos y dentro del propio partido. Hasta las cofradías han entrado en el asunto y se han puesto del lado del alcalde, de manera que han criticado a Pablo Iglesias por la famosa frase de la virgen de madera. Ha sido un partido en el que José María González de momento va ganando tres a cero, entre otras cosas porque juega en campo propio. La respuesta de Iglesias y sus críticas se han realizado por alguien que ve la realidad gaditana desde 600 kilómetros de distancia. Ha querido jugar el partido al tiqui taca en un campo con el césped impracticable, de pequeñas dimensiones y donde el alcalde tiene el público a su favor.

Sin embargo, se produce una curiosidad en este asunto. A pesar de las portadas y del protagonismo recuperado por parte de Kichi, como es conocido por toda España, no se le ha escuchado palabra alguna ni se ha puesto delante de los medios en ningún momento. Es una manera de comunicación más antigua que el hilo negro, la epistolar. Primero un comunicado donde se siente orgulloso de su piso de currante de La Viña para meterle un torpedo en la misma línea de flotación a Pablo Iglesias. Después, cuando sale uno de los perros de presa del líder morado, Juan Carlos Monedero, para replicar al alcalde, viene el artículo enviado a este periódico, una suerte de carta dirigida directamente a unos de los fundadores de Podemos, hablándole de tú a tú.

La epístola no tiene un único destinatario sino que es un mensaje que también sirve para unir a sus propias filas y para que la ciudadanía vea a esta suerte de Quijote que no comulga con los molinos de viento de sus líderes. El antisistema dentro de los antisistemas.

El alcalde domina su discurso, dice lo que quiere decir, pero huye de cualquier tipo de comparecencia pública donde pueda ser inquirido por los medios de la ciudad o los nacionales y pueda cometer un desliz que pueda generar aún más ruido. Es una suerte de pantalla de plasma de Rajoy. Sabemos la opinión del alcalde pero hay una barrera física que no se puede traspasar. Desgraciadamente es una técnica que cada vez se utiliza más y, en especial, en este equipo de gobierno, donde el cara a cara con el alcalde y determinados concejales se convierten casi en milagro. Tuit a tuit, carta a carta, artículo a artículo o grabación a grabación enlatada.

En en el énfasis de la austeridad, el alcalde ha salido también esta semana para cantarle las cuarenta al portavoz del Partido Popular por las facturas de Aguas de Cádiz, lo del Campari y demás, que para el que no lo sepa es un vermut. Con la desactivación de la comisión de investigación por la negativa de Ignacio Romaní a marcharse en el asunto de la tesis y las ayudas al Observatorio de Carlos Guillén, el tema ha virado ahora a las facturas de los gastos de representación. Parece que es la gota malaya, el derribo por capítulos.

Digo yo, que si yo fuera ciudadano de la capital gaditana y, por lo tanto contribuyente, que lo soy, me gustaría que se llegara al final del asunto si realmente ha habido "una malversación de libro" como lo califica determinada gente de Podemos. Pero para dirimir responsabilidades sólo hay un camino, ir a los juzgados y presentar una denuncia. Todo lo demás es la tinta del calamar, el tacticismo electoral para ir dando patadas a a ver si en una de ellas se le rompe el tobillo al contrario. Y cuando se va a la justicia a veces se gana y otras se pierde, ese es el riesgo que se corre. Por eso quizás es más fácil que el debate quede de momento en una guerra de comunicados. O en más cartas.

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